El 17 de marzo de 2025 se hizo pública una decisión que venía gestándose desde hace años: el gobierno de Estados Unidos desclasificó más de 240 mil páginas de archivos relacionados con el FBI y su vigilancia al reverendo Martin Luther King Jr., uno de los principales líderes del movimiento por los derechos civiles en el siglo XX
Estos documentos, acumulados durante décadas en oficinas gubernamentales, nunca habían sido digitalizados ni accesibles al público. Ahora, tras su publicación por parte de la Oficina de la Directora de Inteligencia Nacional, están disponibles a través de la Administración Nacional de Archivos y Registros.
La noticia, aunque esperada por algunos sectores académicos, ha provocado una ola de reacciones que van del interés histórico a la preocupación ética.
Un seguimiento obsesivo
Los archivos muestran lo que ya era sospechado desde hace años: el FBI, dirigido entonces por J. Edgar Hoover, emprendió una campaña sistemática para desacreditar y controlar a Martin Luther King.
Con la excusa de posibles vínculos comunistas, el Buró no solo vigiló a King, sino que intervino sus teléfonos, grabó conversaciones privadas y espió sus movimientos dentro y fuera del país.
La vigilancia no solo era política, también era personal. Parte de los documentos se enfoca en la vida íntima del activista, incluyendo detalles que buscaban minar su credibilidad pública y debilitar su liderazgo.
No se trató de una simple investigación: fue una operación prolongada para sabotear moralmente a una figura clave en la lucha por la igualdad racial en Estados Unidos
Un legado en disputa
La familia de King reaccionó con preocupación a la publicación. En un comunicado, sus hijos Bernice y Martin Luther King III advirtieron sobre los riesgos de sacar estos documentos de contexto.
Recordaron que su padre fue víctima de una persecución institucional diseñada para destruir su figura pública, y alertaron sobre el uso de esta información como arma para desacreditar su legado.
Aunque apoyan la transparencia histórica, también pidieron que se reconozca la intención con la que fueron recopilados estos archivos: no como ejercicio de justicia, sino como herramienta de represión.
No toda la familia piensa igual. Alveda King, sobrina de Martin Luther King Jr., celebró la publicación como un acto de transparencia. Sin embargo, sus declaraciones contrastan con la visión mayoritaria de los descendientes directos del líder
¿Qué contienen los documentos?
Hasta ahora, expertos y medios que han revisado los archivos no han encontrado revelaciones contundentes.
La mayoría son memorandos internos del FBI, informes sobre el asesinato de King en 1968, seguimientos a su asesino confeso James Earl Ray, y documentos que intentan vincular a King con figuras comunistas.
También hay páginas mecanografiadas que detallan la vigilancia a sus discursos, las presiones a sus aliados y hasta acusaciones financieras contra la Conferencia de Liderazgo Cristiano del Sur, la organización que él encabezaba
La publicación de estos documentos no es solo un asunto de archivo o historia lejana. Nos recuerda que la vigilancia política, la desinformación institucional y el uso del aparato de seguridad para fines ideológicos han sido parte del juego de poder en las democracias modernas.
Y que lo que está escrito no siempre es verdad: a veces es evidencia de una mentira construida desde el escritorio de un burócrata.
Este caso obliga a revisar cómo los gobiernos documentan la disidencia y cómo esa información puede ser usada para narrar, o distorsionar, la historia de quienes se atrevieron a cambiarla.