El reto verde de México: conservar y proteger sus plantas medicinales
Ecología

El reto verde de México: conservar y proteger sus plantas medicinales

Por: Fernanda Rivera
CDMX
Fecha: 09-10-2025

La naturaleza ha acompañado al ser humano desde siempre como su primera fuente de salud, y mucho antes de la medicina moderna, las plantas curaban heridas, calmaban fiebres y aliviaban el dolor.


En México, esa tradición ancestral sigue viva, a lo largo del país, desde los pueblos indígenas hasta los hogares urbanos, millones de personas continúan utilizando plantas medicinales como parte de su vida diaria.


Sin embargo, conservarlas y utilizarlas de forma responsable es hoy uno de los grandes desafíos ambientales y culturales.




Proteger las plantas medicinales no solo significa resguardar especies biológicas; también implica cuidar la memoria y la sabiduría de los pueblos que las han conocido y usado por siglos.


Su conservación es, por tanto, una tarea doble: preservar la biodiversidad y al mismo tiempo garantizar la continuidad de un conocimiento que forma parte esencial de la identidad mexicana.


Un tesoro biológico y cultural que perdura




México es considerado uno de los países con mayor biodiversidad del planeta.


De acuerdo con el artículo "Uso y conservación de plantas medicinales obtenidas de agroecosistemas y ecosistemas por los grupos étnicos Mochó y Kakchikel del sureste de Chiapas, México", el país ocupa el cuarto lugar mundial en variedad de especies vegetales, y el estado de Chiapas destaca por su enorme riqueza florística.


En esa región, las comunidades Mochó y Kakchikel mantienen viva la práctica del uso de plantas medicinales, combinando sus conocimientos tradicionales con el cuidado del entorno.


Según este estudio, la mayoría de las especies que utilizan ambas comunidades son nativas, lo que demuestra la estrecha relación entre biodiversidad y cultura. Estas plantas no solo curan el cuerpo, también fortalecen la identidad colectiva, pues su uso está ligado a rituales, creencias y prácticas heredadas.




Los Mochó y los Kakchikel obtienen sus plantas principalmente de agroecosistemas, es decir, huertos y parcelas familiares donde se cultivan junto con otros alimentos.


Este método tiene una doble función: garantiza el acceso constante a las plantas medicinales y reduce la presión sobre las especies silvestres, que son cada vez más vulnerables a los cambios ambientales.


De esta forma, los pueblos originarios no solo conservan su flora, sino que también mantienen un equilibrio sostenible con la tierra que los sustenta.


Retos del cuidado y conservación de las plantas




A pesar de su valor ecológico y cultural, la flora medicinal mexicana enfrenta importantes amenazas.


De acuerdo con él artículo anterior, los procesos históricos de castellanización y la integración forzada de los pueblos indígenas a la nación mexicana provocaron la pérdida de una parte significativa del conocimiento tradicional.


La enseñanza oral, que durante siglos fue la base de la transmisión cultural, se debilitó ante la falta de reconocimiento y apoyo institucional.


Además, conforme al documento "La flora medicinal mexicana como patrimonio cultural", elaborado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), otros factores como el abandono del campo, la pérdida de hábitats y los desastres naturales han acelerado el deterioro de los ecosistemas.




A estos problemas se suman diferencias culturales y generacionales.


De acuerdo con él INAH, México carece de una institución nacional que concentre y coordine los esfuerzos para investigar, proteger y difundir su patrimonio natural. Esta ausencia institucional representa un obstáculo para el desarrollo de políticas públicas efectivas que garanticen el uso sostenible de las plantas medicinales.


La flora mexicana debe ser organizada y protegida como parte del patrimonio cultural del país, ya que su aprovechamiento inadecuado pone en riesgo no solo las especies, sino también el equilibrio ecológico.


Hacia un uso responsable y sostenible




En México se han desarrollado diversas acciones para promover el uso responsable y sostenible de las plantas medicinales.


Actividades como el riego, la poda, el cuidado constante y la reproducción de especies son fundamentales para conservar la diversidad vegetal y garantizar la disponibilidad de plantas con valor medicinal.


Una estrategia clave es trasladar especies desde los ecosistemas naturales hacia huertos, jardines domésticos o potreros, esto reduce la recolección en áreas silvestres y asegura un acceso constante a las plantas. Ejemplos de especies cultivadas bajo este modelo son el palo jiote y la verbena, que combinan tradición y manejo responsable.




El conocimiento local es esencial para la conservación de la herbolaria mexicana, considerada un patrimonio biológico y cultural. Muchas plantas, además de su uso medicinal, cumplen funciones alimenticias o sirven como cercas vivas, integrándose al entorno y favoreciendo la sostenibilidad de los ecosistemas locales.


Sin embargo, el manejo de estas plantas requiere precaución, ya que algunas especies pueden ser tóxicas si se consumen en exceso, como la hierba cancerina, el alacrancillo o la belladona. Por ello, se recomienda no automedicarse y acudir a expertos o profesionales de la salud antes de utilizarlas con fines terapéuticos.




En México, el uso y comercialización de plantas medicinales está regulado por la Ley General de Salud y la Farmacopea Herbolaria de los Estados Unidos Mexicanos (FHEUM), que establecen los estándares de calidad, pureza e identidad que deben cumplir los remedios herbolarios.


Conforme al Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), México tiene el compromiso internacional de conservar sus recursos naturales y promover su uso sostenible, protegiendo los conocimientos tradicionales asociados a las plantas medicinales.


Este marco legal no solo garantiza su preservación, sino que también busca asegurar que las comunidades que resguardan este conocimiento sean reconocidas y participen en los beneficios de su aprovechamiento.


Cultivar en casa: un paso hacia la sostenibilidad




La conservación de las plantas medicinales también puede empezar en el hogar.


Cultivar hierbas aromáticas y curativas es una forma sencilla de contribuir al cuidado del medio ambiente.


Especies como la albahaca, el romero, la lavanda, la menta, el orégano y la salvia pueden crecer fácilmente en macetas, terrazas o jardines pequeños, estas plantas requieren entre cuatro y seis horas diarias de luz solar, un sustrato fértil y riego moderado.


Además, si se cultivan de manera orgánica, sin químicos ni insecticidas, se convierten en una fuente renovable de salud y bienestar.




El romero, por ejemplo, es reconocido por sus propiedades antiinflamatorias y antioxidantes, mientras que la lavanda ayuda a reducir el estrés y a mejorar el sueño. La albahaca, por su parte, refuerza el sistema inmunológico y actúa como antibacteriano natural.


Cada planta, además de sus beneficios terapéuticos, contribuye a la purificación del aire y al equilibrio ambiental del hogar.


El cultivo responsable también implica conocer los riesgos, ya que no todas las plantas son aptas para todas las personas. Algunas pueden provocar reacciones alérgicas o interactuar con medicamentos, por lo que se recomienda precaución en embarazadas, niños o personas con tratamientos médicos.




Las plantas medicinales son, al mismo tiempo, un recurso natural y un símbolo cultural.


En cada hoja y raíz se guarda una parte de la historia de México: la relación profunda entre los pueblos y su entorno, la sabiduría ancestral que une cuerpo, espíritu y tierra.


Conservarlas no es solo una cuestión ecológica, sino también una forma de honrar las raíces del país, cada planta cultivada, cada especie protegida y cada conocimiento compartido fortalece el vínculo entre la humanidad y la naturaleza.


El futuro de la medicina natural depende de nuestra capacidad para equilibrar la ciencia con la tradición, la modernidad con el respeto al entorno. Si se cuidan adecuadamente, las plantas medicinales seguirán siendo, como desde hace siglos, una fuente de salud, armonía y esperanza.


Y en cada maceta, huerto o bosque donde una planta vuelva a florecer, también florecerá la memoria viva de quienes aprendieron a sanar con la tierra. 





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