La colaboración binacional entre México y Estados Unidos representa un pilar fundamental en la protección del patrimonio ganadero de Norteamérica, materializándose a través de un Plan de Acción Conjunto dirigido específicamente al combate del gusano barrenador del ganado. Esta estrategia coordinada ha permitido lograr avances significativos en la contención y reducción de una plaga que representa una amenaza constante para la industria pecuaria. Los resultados tangibles de este esfuerzo compartido se evidencian en una disminución del 28 por ciento en los casos activos registrados en territorio mexicano, una cifra que refleja la efectividad de las medidas implementadas y la vigilancia epidemiológica reforzada.
Los principales responsables de dirigir y sostener esta iniciativa son el secretario de Agricultura y Desarrollo Rural de México, Julio Berdegué, y la secretaria del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, Brooke Rollins. Ambos mantienen un diálogo constante y efectivo que garantiza la alineación de los protocolos y la rápida ejecución de las acciones acordadas. Sin embargo, los beneficiarios finales de este trabajo son, en última instancia, los productores ganaderos de ambas naciones y los consumidores, quienes pueden confiar en la sanidad de la carne que llega a sus mesas, así como la estabilidad económica de un sector estratégico.
La forma en que opera este plan se basa en protocolos de respuesta inmediata que se activan ante cualquier detección de la plaga. La agilidad en la intervención es crucial, y en México esto ha permitido que 7,245 animales hayan recibido tratamiento oportuno, logrando su recuperación completa y evitando la propagación del parásito. Esta metodología combina la inspección zoosanitaria rigurosa, el diagnóstico rápido de laboratorio, la aplicación de tratamientos preventivos y correctivos, y el despliegue de brigadas especializadas en las zonas de riesgo.
El momento en que esta cooperación se ha intensificado y mostrado sus frutos es en el periodo reciente, aunque el trabajo de vigilancia y control es permanente. La comunicación fluida entre las máximas autoridades agrícolas de ambos países se mantiene de manera continua, lo que permite evaluar periódicamente los resultados y ajustar las estrategias para hacer frente a los desafíos que surgen. La relación de trabajo no es reactiva, sino una asociación proactiva y planificada.
El ámbito de acción de este plan abarca el territorio de ambos países, con un enfoque especial en las regiones ganaderas y en los puntos de movilización de animales. La protección de la ganadería es un objetivo compartido que trasciende las fronteras políticas, entendiendo que la sanidad animal es un asunto de interés regional. El éxito de esta colaboración no solo consolida la seguridad alimentaria de México y Estados Unidos, sino que fortalece la posición de Norteamérica como un bloque con altos estándares de producción pecuaria, demostrando que la cooperación internacional es la herramienta más eficaz para enfrentar las amenazas sanitarias que no conocen de límites geográficos.