Violencia doméstica en México: el daño que no se ve
Seguridad

Violencia doméstica en México: el daño que no se ve


La violencia doméstica ha sido retratada en telenovelas, libros y películas, donde la persona dominante somete tanto física como mentalmente a un miembro de su familia.


No necesariamente tiene que haber una puerta con candado para sentirse atrapado dentro de ese entorno.


No se trata solo de golpes, sino también del control mental y del miedo que los abusadores saben inculcar en sus víctimas.



La violencia doméstica en México siempre ha formado parte del panorama social, donde, por cuestiones de miedo, prejuicio y lástima, incluso por parte de las propias víctimas, los casos no se denuncian, creando una cifra negra que no nos permite conocer a fondo la realidad de esta situación



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En México, donde la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV) reconoce la violencia psicológica como daño a la estabilidad emocional, los ciclos de abuso continúan por la normalización del maltrato familiar.


Inmujeres señala que los efectos psicológicos, como ansiedad, depresión y trastorno de estrés postraumático, afectan a más del 40% de las víctimas, alterando la percepción de seguridad y dificultando la vida cotidiana, incluyendo el trabajo y la escuela.



Las personas que viven este tipo de violencia muy difícilmente se relacionan con nuevas personas debido a las traumáticas experiencias que han vivido



Niños que crecen entre el miedo

Los menores que presencian violencia familiar cargan con secuelas que moldean su desarrollo. Trastornos de conducta, bajo rendimiento escolar y dificultades en relaciones sociales son comunes.


Un estudio de la UNAM vincula el maltrato con depresión infantil y somatización, mientras que el gobierno documenta que el 21% de los casos de violencia familiar involucra a menores como testigos o víctimas directas.


En 2023, el Fondo de las Naciones Unidas (UNICEF) reportó más de 2 millones de niños viviendo en esta realidad cada año, especialmente en comunidades rurales o de alta marginación, donde la violencia pasa desapercibida y los servicios de apoyo son limitados .



La exposición prolongada a la violencia incrementa hasta en 40% la probabilidad de que estos menores reproduzcan patrones de abuso en su vida adulta



Mujeres y adultos mayores: impactos invisibles

Aunque las mujeres adultas representan la mayoría de las víctimas, el daño no se limita al cuerpo.


La violencia psicológica desgasta la autoestima, provoca aislamiento social y agrava enfermedades mentales crónicas.


De octubre 2020 a octubre 2021, el 42.8% de las mujeres de 15 años y más experimentaron algún tipo de violencia siendo la psicológica la que presenta mayor prevalencia (29.4%), de acuerdo al INEGI.


Estudios publicados en SciELO México muestran que, si no se interviene oportunamente, los efectos pueden durar décadas, afectando la estabilidad emocional y laboral de las víctimas.


Los adultos mayores, por su parte, enfrentan riesgos específicos: alrededor del 33% (aproximadamente 5.65 millones) sufre maltrato físico o económico, muchas veces agravado por la dependencia económica y la falta de redes de apoyo.



La negligencia en hogares multigeneracionales intensifica estos efectos, invisibles para la sociedad pero devastadores para quienes los padecen de acuerdo a la UNAM



El impacto social y económico

La violencia doméstica no solo hiere a quienes la sufren: impone una carga significativa a toda la sociedad.


La Secretaría de Relaciones Exteriores estima que los costos en salud mental y hospitalizaciones por trastorno de estrés postraumático alcanzan miles de millones de pesos anualmente.


Además, las víctimas pueden perder hasta 15 días de trabajo al mes, generando un impacto económico equivalente al 3.7% del PIB, según el Banco Mundial.


El Instituto para la Economía y la Paz calculó que el costo total de la violencia en México alcanzó 4.6 billones de pesos en 2022, de los cuales una porción sustancial corresponde a agresión familiar.



Estas cifras reflejan cómo la violencia doméstica perpetúa desigualdades y sobrecarga los sistemas de justicia, salud y educación



Señales de alerta y ayuda temprana

Reconocer signos de trauma psicológico es crucial para la intervención temprana. Cambios de comportamiento, retraimiento, baja autoestima, ansiedad, insomnio o recuerdos del momento son indicadores claros, según la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV ) y guías de Inmujeres.


En niños, la regresión conductual, agresión o aislamiento son señales de alarma que requieren atención inmediata.


Existen recursos accesibles:

  • Línea Nacional contra la Violencia Familiar: 01 800 911 25 11, con atención psicológica y legal gratuita.

  • Atención médica en centros de salud públicos y módulos de la Secretaría de Salud para evaluación inicial.
  • Apoyo psicológico especializado en las 32 entidades federativas, coordinado por Inmujeres y CONAVIM.



Estas medidas buscan no solo atender a las víctimas, sino prevenir la escalada de violencia y proteger a los más vulnerables



Al entender las primeras señales de que un caso de violencia puede estar comenzando, puedes detenerla denunciando o alejándote.


La violencia doméstica no elige sectores de la sociedad ni considera el dinero; cualquiera puede ser víctima de ella. Ser consciente de lo que se vive y denunciarlo es el primer paso 


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