James Watson falleció el jueves a los 97 años en un hospicio de East Northport, Nueva York, tras complicaciones por una infección, según confirmó su familia al New York Times. El CSHL lo despidió subrayando su impacto en la ciencia, la educación y la investigación genética
?Reconocido como uno de los científicos que descifró la estructura del ADN, James Watson fue también una figura profundamente controvertida. Su genio lo llevó a cambiar la historia de la biología, pero sus declaraciones racistas y sexistas ensombrecieron sus últimos años
En 2018, el laboratorio Cold Spring Harbor (CSHL), al que dedicó gran parte de su vida, le retiró todos los títulos honorarios luego de que afirmara públicamente que las personas negras eran "menos inteligentes" que las blancas.

Era el mismo instituto donde, décadas atrás, había impulsado programas pioneros de educación genética y creado el DNA Learning Center, un espacio que acercó la biología molecular a miles de estudiantes
El joven que cambió la ciencia
Apenas tenía 25 años cuando, junto al físico Francis Crick, propuso el modelo de la doble hélice del ADN, apoyándose en los datos experimentales de Rosalind Franklin y Maurice Wilkins, del King's College de Londres.
El descubrimiento, realizado en 1953, transformó la comprensión de la herencia y la biología celular.
Nueve años después, en 1962, Watson, Crick y Wilkins recibieron el Premio Nobel de Fisiología o Medicina.

Desde entonces, la imagen de la doble hélice se convirtió en un símbolo de la ciencia moderna
Del genoma humano a las sombras personales
Además de dirigir el CSHL, Watson encabezó el Proyecto Genoma Humano, una de las empresas científicas más ambiciosas del siglo XX: secuenciar el ADN completo del ser humano. Su liderazgo fue clave para la primera etapa del programa, que culminó en 2003.
Sin embargo, su figura fue perdiendo prestigio con el tiempo, no solo por sus posturas personales sino por el contraste entre su visión determinista de la biología y el debate ético que él mismo ayudó a detonar.

Su muerte cierra un capítulo complejo de la historia científica: el de los pioneros que abrieron la puerta al conocimiento del ADN