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07 de Junio del 2025
Tecnología

Jugadores responsables: Guía para padres y gamers

Jugadores responsables: Guía para padres y gamers

En los últimos años, los videojuegos han ganado terreno en la vida de niños, adolescentes y adultos.


Son una forma de entretenimiento, pero también una herramienta de aprendizaje, creatividad y socialización. Sin embargo, también existe preocupación por los posibles efectos negativos cuando su uso no se maneja con responsabilidad.


Para abordar esta dualidad, la Secretaría de Salud, junto con la Comisión Nacional contra las Adicciones (CONADIC), elaboró el Manual Informativo y de Orientación sobre el Uso Casual y Problemático de los Videojuegos, una guía clave que ayuda a entender cómo se pueden jugar videojuegos sin que afecten la vida cotidiana.




Uno de los mitos más comunes es que los videojuegos generan violencia. Si bien muchos incluyen escenas de combate, peleas o armas, la ciencia no respalda que esto provoque una conducta agresiva.


Según el manual de la CONADIC, estudios recientes demuestran que factores individuales y sociales influyen mucho más en la agresividad que los videojuegos en sí. De hecho, hay videojuegos cooperativos que pueden mejorar las conductas prosociales, el trabajo en equipo y la empatía. Lo importante es mirar el contexto y no solo el contenido del juego.


Clasificación y límites: jugar según la edad sí importa




Entender qué tipo de videojuego se está jugando es esencial.


Según la CONADIC, existen distintas categorías las cuales incluyen acción, estrategia, simulación, terror, deportes, musicales, educativos, entre muchas otras. Así como no todas las películas son aptas para menores, no todos los videojuegos lo son.


Existe una clasificación establecida en 1994 por la Entertainment Software Rating Board (ESRB) con el objetivo de informar a las personas consumidoras sobre el contenido potencialmente sensible de los videojuegos.


Sin embargo, a partir del 27 de noviembre de 2020, México implementó su propia clasificación, publicada en el Diario Oficial de la Federación, adaptada al contexto nacional y con el respaldo de la Secretaría de Gobernación. Esta regulación mexicana clasifica los videojuegos de la siguiente manera:


  • Clasificación A (Todo público): Contenido apropiado para todas las edades. Equivale a la clasificación Everyone de la ESRB.
  • Clasificación B (+12 años): Contenido para personas a partir de los 12 años. Equivale a la clasificación Teen.
  • Clasificación B15 (+15 años): Contenido diseñado para mayores de 15 años.
  • Clasificación C (+18 años): Contenido no apto para personas menores de edad. Equivale a Mature 17+ o Adults Only en la ESRB.
  • Clasificación D (Exclusivo para adultos): Contenido extremo o explícito, exclusivamente para mayores de 18 años.




Estas clasificaciones se representan con logotipos visibles en las cajas o descripciones digitales de los videojuegos. Conocerlas permite tener un mayor control sobre el tipo de experiencias que se consumen, y en el caso de niñas, niños y adolescentes, evita exponerlos a temáticas que podrían ser perjudiciales o no apropiadas para su desarrollo.


El rol clave de madres, padres y docentes




Jugar responsablemente no es solo tarea del jugador.


El acompañamiento adulto es fundamental, madres, padres y educadores pueden convertirse en aliados si se acercan a los videojuegos con interés y no con prejuicio.


La UNICEF y la organización Internet Matters coinciden en que lo mejor es compartir el juego con los menores, dejar que sean ellos quienes enseñen y entablar así un diálogo honesto que ayude a establecer reglas claras sin imponerlas.


El manual de la CONADIC también sugiere hablar con los niños y adolescentes sobre sus hábitos de juego. Establecer reglas consensuadas, supervisar lo que juegan, y sobre todo, explicar por qué ciertas normas existen, ayuda a que los menores las comprendan mejor.




También se recomienda fomentar juegos multijugador que les permitan interactuar con amigos de forma segura y elegir videojuegos apropiados para su edad y madurez emocional.


Las herramientas tecnológicas también son grandes aliadas. Activar los controles parentales en consolas, computadoras o teléfonos puede limitar el acceso a juegos violentos, evitar compras accidentales o restringir interacciones con desconocidos. Para los más pequeños, incluso se recomienda jugar en modo avión para evitar cualquier contacto en línea.


Consejos prácticos para jugadores jóvenes y adultos




Para quienes disfrutan de los videojuegos, ya sean niños, adolescentes o adultos, jugar con responsabilidad no significa dejar de divertirse, sino hacerlo con equilibrio, por lo que traemos algunos consejos basados en el manual de la CONADIC y en recomendaciones de la UNICEF:


  • Haz pausas frecuentes: Después de una o dos horas de juego, es ideal levantarse, estirarse y realizar otra actividad. Esto ayuda a descansar la vista, la mente y el cuerpo.
  • Prioriza tus tareas: Antes de prender la consola, asegúrate de cumplir con tus deberes escolares, laborales o familiares.
  • Equilibra con otras actividades: Los videojuegos no deben sustituir la convivencia familiar, el deporte o el tiempo con amigos.
  • Protege tu información: Nunca compartas datos personales con desconocidos en línea, y mantén tus perfiles seguros.
  • Sigue tus emociones: Si un juego te frustra, te pone ansioso o te cuesta dejar de jugar, es momento de hacer una pausa y hablar con alguien de confianza.
  • No todo está en la pantalla: Fomentar hobbies como leer, dibujar, practicar deportes o tocar un instrumento es una forma saludable de mantener un equilibrio.




Los videojuegos no son el enemigo, pero su uso sin control puede tener consecuencias. Por eso, el bienestar digital es una tarea compartida entre jugadores, familias y docentes.


No se trata de satanizar el juego, sino de integrarlo a la vida cotidiana de forma saludable. Jugar en familia, respetar los tiempos, cuidar lo que se consume en línea y mantener siempre la comunicación abierta, son claves para que los videojuegos sean una herramienta de diversión, aprendizaje y conexión, no de aislamiento.


Al final, jugar con responsabilidad no solo mejora la experiencia del videojuego, también fortalece los lazos familiares, impulsa el desarrollo de habilidades y fomenta una relación más sana con la tecnología. Y como en todo buen juego, se trata de aprender, avanzar, equivocarse y volver a intentarlo.




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