Ríos, lagunas y arroyos veracruzanos no sólo esconden una flora y fauna exuberante y endémica, sino también una creciente invasión de microplásticos, es decir, fragmentos de plástico menores a cinco milímetros de diámetro.
Esta contaminación es consecuencia de la degradación de bolsas, cubrebocas, botellas o empaques en cuerpos de agua, producto de una inadecuada disposición de residuos en los municipios.
De acuerdo con la bióloga y periodista de ciencia Mariana Mastachi Maldonado, durante la pandemia la presencia de microplásticos en los cuerpos de agua se incrementó de manera exponencial, debido al uso de aditamentos que permitían salir al espacio público reduciendo el riesgo de contagio.
Entre 2022 y 2025, la Universidad Nacional Autónoma de México desarrolló cinco investigaciones que documentaron la invasión de microplásticos no sólo en las aguas, sino también en los tejidos de la fauna endémica, como peces, crustáceos y moluscos.
La investigadora de la Universidad de Wisconsin, Lorena Ríos Mendoza, explicó que en estudios realizados en Superior se han abierto más de dos mil ejemplares de peces y en sus estómagos se hallaron fibras de microplásticos, además de fibras de algodón.
En la laguna de Sontecomapan, ubicada en la zona de Los Tuxtlas, se reporta la presencia de entre siete y 26 ítems de microplásticos por litro, derivado de las descargas de los ríos Coxcoapan, La Palma y del Fraile.
El investigador Luis Alberto Peralta Peláez, del Tecnológico Nacional de México, recordó que existen otros estudios que demuestran cómo estos materiales terminan siendo ingeridos por los seres humanos.
En el caso del Arroyo Moreno, en la zona conurbada de Veracruz y Boca del Río, las investigaciones confirmaron la presencia de fibras y fragmentos de entre 0.2 y cinco milímetros de longitud. Estos residuos fueron localizados en la cuenca del Jamapa, principalmente en el punto donde descarga agua la Central de Ciclo Combinado "Dos Bocas", en el municipio de Medellín.
Respecto a otras vías por las que los microplásticos entran a la vida cotidiana, la biomédica Sandra Ortonobes señaló que incluso se han detectado en la sal de mesa. Se estima que de los 14 nanogramos de microplásticos que el cuerpo humano absorbe al año, una cuarta parte provendría de la sal que se agrega a los alimentos.