El Gobierno de México anunció una nueva estrategia para enfrentar el desabasto de medicamentos en el país: impulsar la producción de medicamentos genéricos.
La medida busca reducir precios, mejorar el acceso a tratamientos y fortalecer la industria nacional mediante la reinstauración del llamado "requisito de planta", que obligará a las farmacéuticas a tener fábricas dentro del país si quieren vender sus productos en el mercado mexicano.
"Nuestro objetivo es recuperar la industria farmacéutica del país", señaló la presidenta Claudia Sheinbaum durante su conferencia de prensa. Según el Gobierno, actualmente más del 80% de los medicamentos e insumos médicos que se consumen en México son importados, lo que representa un mercado de más de 3 mil 300 millones de dólares.
Alejandro Svarch, director general del IMSS Bienestar, explicó que una de las claves del plan es la liberación de patentes para fomentar la producción de medicamentos genéricos, los cuales, además de ser más accesibles, pueden costar hasta cinco veces menos que los de patente. "Son un elemento fundamental para poder garantizar el acceso a medicamentos", afirmó.
El requisito de planta, que se eliminó durante el sexenio del expresidente Felipe Calderón (2006-2012), exigía que las empresas farmacéuticas establecieran al menos una planta de producción en territorio mexicano. Su ausencia, señaló Svarch, redujo la capacidad del país para responder a emergencias sanitarias, como se evidenció durante la pandemia de COVID-19.
La estrategia también contempla un enfoque de desarrollo industrial vinculado a la salud pública. Al exigir presencia física de las farmacéuticas, se espera estimular el crecimiento de empleos y asegurar una producción nacional constante de insumos esenciales, reduciendo la dependencia del extranjero.
Como ejemplo, Svarch mencionó a Brasil, donde una política similar ha permitido que ese país produzca cerca del 90% de los medicamentos que necesita su sistema de salud. México espera seguir una ruta parecida para recuperar soberanía sanitaria y mejorar el acceso a tratamientos.
Además del impacto en la salud pública, el impulso a esta industria tiene un efecto positivo en la economía, ya que genera una importante cantidad de empleos, especialmente para mujeres, lo que también contribuye al desarrollo social en diversas regiones del país.