ZACATECAS, ZAC En Genaro Codina, ese rincón de Zacatecas donde el aire huele a campo y las tradiciones se cuentan con orgullo, hay un sabor que conquista paladares aquí y más allá de la frontera: el licor y la cajeta de membrillo.
La historia se escribe con manos y voz de Blanca Isela García Muñoz y su familia, dedicados a endulza a Genaro Codina desde hace más de 30 años logrando transformar este fruto dorado en manjares que han viajado de San José de la Isla hasta los Estados Unidos.
Una herencia que viene desde los bisabuelos y que hoy sigue viva, gota a gota, entre ollas y aromas dulces.
Quien ha visitado Genaro Codina sabe que probar el membrillo es un ritual obligatorio: se lava con cuidado, se muele, se exprime y se mezcla con azúcar y un buen toque de paciencia. Porque si algo tiene este oficio es que no admite prisas: "parece sencillo, pero no lo es". El resultado, eso sí, es pura magia.
El licor, recomendado para acompañar una carne o cerrar una comida con digestión feliz, despierta memorias y antojos.
La cajeta, por su parte, se luce en un bolillo recién salido del horno o sobre un pan ranchero que cruje al primer mordisco.
Y es que basta con acercarse a la calle Benito Juárez número 6, en pleno corazón de Genaro Codina, para dejarse tentar por este tesoro local. Quien entra, sale con la bolsa llena y el corazón contento, porque cada ate y cada botella cuentan una historia de familia, esfuerzo y orgullo zacatecano.
Así que si anda de paso por la región, no se quede con las ganas. Porque en Genaro Codina, entre callejuelas tranquilas y sonrisas de pueblo, el membrillo no es solo fruta: es tradición, es arte y es sabor.