"La grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por la forma en que tratan a sus animales."
Mahatma Gandhi
Vas caminando por la calle y ves un perro. Se ve bien cuidado, lleva correa y hasta un suéter, porque la tarde está fresca. Qué bonito, piensas. Tal vez sonríes. Tal vez ni lo notas mucho, porque es una escena común: un perro amado, con alguien que lo acompaña.
Pero una cuadra más adelante, el panorama cambia.
Otro perro, con el pelaje sucio, hurgando en las bolsas de basura, buscando desesperadamente algo que comer. Está flaquísimo. Se le ve la lengua de fuera, deshidratado. Y piensas -aunque sea por un segundo- que probablemente no ha probado alimento en días. Te compadeces, pero sigues caminando. Tal vez no te gustan los perros. Tal vez no tienes tiempo, dinero, espacio... o simplemente no sabes qué hacer.
Lo cierto es que esa escena triste también es parte del paisaje cotidiano en México
Un país de perros invisibles
A veces ves en redes que alguien rescató un perro atropellado, golpeado o abandonado. Y te tranquiliza saber que ya está en buenas manos. Pero entonces viene la pregunta que no se responde tan fácil:
¿Y todos los demás? ¿Los que siguen ahí afuera, sin un hogar, sin comida, sin una segunda oportunidad? ¿Quién los ve, quién los cuida, quién los recuerda?
En México no existe un padrón exacto de perros, pero según el INEGI hay alrededor de 23 millones, y el 70% de ellos vive en la calle. Es decir: más de 16 millones de perros sobreviven sin techo, sin comida asegurada, sin cuidados.
Para dimensionarlo: si esos perros formaran su propio país, serían más que toda la población de Chile o Portugal.
Es una crisis silenciosa, pero diaria
Los mestizos: invisibles, resistentes, olvidados
La mayoría de los perros callejeros son mestizos, es decir, no pertenecen a una raza específica, sino que son mezcla natural de varias. Esta diversidad les ha dado algo muy especial: adaptabilidad. Viven en condiciones extremas, enfrentan el calor, la lluvia, el hambre... y aún así sobreviven.
Según datos de 2022, la edad de estos perros se distribuye así:
Muchos nacieron en la calle. Pero también muchos llegaron ahí tras haber tenido un hogar.
La Federación Canófila Mexicana reporta que cerca del 60% de los perros callejeros son animales domésticos que fueron abandonados
¿Por qué los abandonan?
Según la Asociación Mexicana de Médicos Veterinarios, hay una falta de conciencia sobre lo que realmente implica tener un perro. El entusiasmo inicial se desvanece ante los desafíos del día a día: falta de espacio, problemas económicos o cambios familiares. Y entonces, se toman decisiones crueles: los dejan en la calle.
La pandemia por COVID-19 también agravó la situación: el abandono de mascotas aumentó un 15% en ese periodo, impulsado por la incertidumbre y las crisis económicas.
La UNAM ha señalado además otro factor: las modas.
Muchas personas adoptan o compran perros "de tendencia" sin informarse sobre su temperamento, nivel de energía o necesidades. Cuando descubren que el perro no encaja con su estilo de vida, simplemente lo desechan
A esto se suma la existencia de criaderos con fines lucrativos que operan sin regulación. Ahí se reproducen perros sin control, buscando solo rentabilidad. Las camadas "defectuosas" o no vendidas son descartadas o abandonadas. Es decir, la sobreproducción de perros también alimenta el ciclo del abandono.
Como resultado, se estima que en México son abandonados cerca de 500,000 perros y gatos cada año.
El problema no es el animal: es la falta de responsabilidad desde el principio
Vivir en la calle no es solo duro: es peligroso
Un perro callejero no tiene un lugar seguro para dormir. Su comida viene de la basura y el agua que encuentra suele estar contaminada. En esas condiciones, su cuerpo se convierte en blanco fácil para infecciones, parásitos y enfermedades.
Muchos sufren males que los dejan sin energía, con vómito, diarrea o fiebre hasta que mueren sin que nadie lo note. Otros presentan síntomas leves que se agravan: tos, secreciones, temblores, convulsiones. Su piel se irrita tanto que se rascan hasta sangrar. Su pelaje se cae. Y todo esto, sin atención veterinaria, se vuelve un ciclo sin salida.
Además, algunas de estas enfermedades pueden llegar hasta nosotros. Hay padecimientos que se contagian al tocarlos, por mordidas o incluso por contacto con su orina en la calle. Ellos no lo eligen. Pero su salud también termina siendo una cuestión de salud pública.
Lo que no se cuida, se propaga. Lo que se ignora, se multiplica
Podría parecer la solución, pero los albergues están desbordados. De hecho, se estima que 9 de cada 10 perros que ingresan a estos sitios son sacrificados por falta de espacio, recursos y alternativas de adopción.
Tan solo en la Ciudad de México se sacrifican alrededor de 10 mil perros al mes
Lo que se está haciendo
La sociedad y el gobierno han comenzado a tomar cartas en el asunto:
En cuanto a leyes, existen marcos nacionales y locales que protegen a los animales y sancionan la crueldad con hasta 4 años de prisión. Pero solo el 0.01% de los casos de maltrato son sancionados. La ley está, pero su aplicación es débil.
Hace falta más coordinación entre autoridades, recursos para fiscalizar y campañas educativas que fomenten la denuncia y la tenencia responsable
Perrhijos premium vs. perros invisibles
La brecha entre los perros de la calle y los "perrhijos" que pasean en carriola o tienen outfits de temporada es enorme. Y más que graciosa, es sintomática.
Vivimos en un país donde el bienestar animal depende muchas veces del nivel socioeconómico del dueño. Mientras unos viven rodeados de lujos, millones luchan por sobrevivir en el abandono. La llamada "perriztocracia" es un espejo de nuestras propias desigualdades.
No se trata de sentir culpa por cuidar bien a nuestras mascotas. Se trata de no olvidar a los que no tienen a nadie
Lo que puedes hacer (sí, tú)
Cada persona puede ser parte del cambio. Aquí van tres acciones concretas:
No podemos salvar a todos, pero sí podemos cambiarle la vida a uno. Y a veces, eso es todo lo que se necesita para empezar.