Para muchos, el albergue "Mamá Benita" significa mucho más que un refugio,es un espacio de apoyo, comunidad y nuevas oportunidades.
Así lo expresaron algunos de sus residentes, quienes compartieron cómo este lugar les ha permitido salir adelante en momentos de dificultad.
Trinidad Ángel Arroyo Vázquez, originario de Puebla, relató que su llegada al albergue representó un respiro tras atravesar complicaciones laborales. Reconoció el trato respetuoso y solidario por parte de Mamá Benita y su equipo, quienes, aseguró, ofrecen apoyo sin discriminación.
"El apoyo que nos da, nos tienen bien. Nunca nos dicen nada malo, al contrario, nos dan consejos. Todos cometemos errores, pero aquí nos orientan y nos ayudan", compartió Trinidad Ángel.
Por su parte, Hilario Mariscal Burgos, quien lleva cerca de 16 años viviendo en el albergue, narró que llegó al lugar tras separarse de su esposa.
Actualmente tiene 66 años y padece una discapacidad que le impide trabajar de forma tradicional, sin embargo, en el albergue ha encontrado la posibilidad de mantenerse activo. Primero vendió churros durante una década, y ahora se dedica a la venta de raspados, lo que le ayuda a sostenerse.
"Me separé de mi esposa hace 18 años, ella se fue para Celaya y yo me vine para acá. Aquí conocí a unos pastores que me trajeron con Mamá Benita. Gracias a Dios aquí estoy, me gusta trabajar, y a los dos días de llegar ya había empezado", relató Hilario.
Ambos coincidieron en agradecer la labor del albergue y su fundadora, destacando que más allá de ofrecer un techo y alimentos, les brindan un entorno donde se sienten escuchados, comprendidos y acompañados.