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28 de Abril del 2024
Sociales

Rubén, sobreviviente del abandono a la tercera edad

Rubén, sobreviviente del abandono a la tercera edad

"Está muy difícil porque mi familia se murió hace muchos años, mi madre se murió cuando yo tenía cuatro días de haber nacido. A mi padre sí lo conocí, yo trabajaba con él en el campo".


Don Rubén Ruíz Velasco nació en 1933 en el estado de Jalisco. No tiene recuerdos de su madre y su padre murió a sus 10 años. Durante su juventud viajó por el norte de la República mientras en cada parada se dedicaba a la obra, al campo y a la pintura. Fue así hasta hace 35 años cuando la artritis reumatoide lo imposibilitó y, por azares del destino, llegó a Zacatecas cinco meses atrás.


"Yo estaba en Melaque, aquí adelantito de Guadalajara y un día me encontró una señora que era de esta parte de Zacatecas, y esa señora me dijo que si estaba ahí agusto radicando en la central camionera y que si no me sentiría agusto en Zacatecas. Le dije que no conocía para esa parte, pero me gustaría".


A sus 86 años vive bajo el techo del asilo Divina Providencia en Guadalupe, Zacatecas donde lleva una vida tranquila, aunque sin mucha actividad más allá de su lectura. Apacible, recuerda que nunca formó familia, aunque sí amó a una mujer en Tijuana, Baja California.


"No tuve criaturas, nunca tuve. Estuve con una muchacha, pero me dejó cuando me estaba poniendo la artritis bastante, ella quería hacer su vida aparte porque no quería querer criaturas así malas".  


Como don Rubén, 49 adultos mayores más comparten sus días y noches, algunos desde hace 15 años sin recibir una sola visita familiar y otros sin mucha claridad mental. La madre Alicia Delgado, directora del lugar, explicó que el asilo está dedicado a quienes se encuentran en total soledad o solo tienen familiares indocumentados en el extranjero. El común denominador: el abandono.  


"Las actividades que realizan son juegos de mesa, terapia física, un rato de la tarde de televisión; se les da no solo atención, sino a su espíritu. Porque la persona humana es espíritu encarnado".


Y a pesar de vivir bajo buenas condiciones con visitas voluntarias individuales y colectivas, la monotonía se apodera de algunos sin otra alternativa que sentarse a esperar la hora de volver a la cama.


"Llega un momento en que tampoco la televisión les interesa, ellos están ahí sentaditos, pero el cariño de los visitantes, la forma de atenderlos, eso sí lo perciben ellos, pero como que se les acaba el interés".  





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