ZACATECAS, ZAC Para Sofía Flores Favela, el cuerpo humano es mucho más que piel y huesos: es un lienzo vivo, vibrante, cambiante.
Ya sean los ojos, la frente, el cuello, la espalda o los pómulos, cada rincón del cuerpo representa una oportunidad para convertir el arte en un acto de expresión y conexión.
Todo comenzó en los días grises del confinamiento. La pandemia con la incertidumbre y encierro, trajo consigo momentos en los que la mente buscaba escapar.
Fue ahí donde Sofía encontró la salida: en los colores, en los pinceles, en el maquillaje.
Con una caja de pinturas y el apoyo incondicional de su madre y su hermana sus primeras modelos y admiradoras, empezó a dar forma a lo que hoy es su pasión y su oficio.
Ahora, allá donde va, lleva consigo una explosión de color: maquillaje, diamantina, brochas, y sobre todo, esa energía suave pero firme que transforma lo ordinario en algo extraordinario.
Lo que empezó como simples caritas pintadas se ha convertido en figuras elaboradas, diseños corporales y el gozo de mostrarse sin miedo.
Además del arte, Sofía carga con algo más: una discapacidad que no le impide avanzar, sino que hace aún más admirable su entrega y constancia.
Su familia es su motor, su fuerza. Y su proyecto, Toltecayatl, es hoy un símbolo de creatividad, superación y belleza sin etiquetas.
Si desea llevar un pedazo de ese arte en su piel búsquela en redes como Toltecayatl. Descubrirá que, más allá de un maquillaje, lo que Sofía ofrece es una forma de expresión que se queda grabada.