En plena carrera contra el cambio climático, una innovación está dando de qué hablar a nivel global: el acero verde, un material producido sin emisiones contaminantes y con un enorme potencial para transformar industrias clave como la automotriz y la construcción.
El acero es un material que utilizamos prácticamente en todo: desde vehículos, puentes y electrodomésticos, hasta herramientas, edificios, maquinaria y estructuras hospitalarias. Su presencia está tan integrada en la vida diaria que un cambio en su producción tiene implicaciones globales.
El acero verde desarrollado inicialmente en países como Suecia y Alemania por consorcios como HYBRIT, el acero verde se obtiene sustituyendo el carbón por hidrógeno verde y energías limpias. El hidrógeno verde es un gas obtenido a partir del agua utilizando electricidad proveniente de fuentes renovables, como la solar o la eólica, lo que lo convierte en una alternativa 100 % libre de carbono.
Este método reduce casi a cero las emisiones de dióxido de carbono, frente a las más de dos toneladas generadas por cada tonelada de acero tradicional. Aunque su producción todavía es entre un 20 % y 50 % más costosa, el acero verde ya atrae inversiones por su potencial sustentable y su compatibilidad con las nuevas políticas de descarbonización. Es una apuesta estratégica para las empresas que desean reducir su huella ambiental y mantenerse competitivas a largo plazo.
México, con su robusto sector industrial y el auge del nearshoring, tiene ante sí una oportunidad histórica. Según especialistas, nuestro país podría convertirse en líder regional en producción de acero verde en menos de una década, siempre que existan políticas públicas claras, inversión en energías limpias y voluntad de transformación.
Más allá de una tendencia, el acero verde representa el futuro de la industria pesada. Una que no solo produce materiales, sino que construye un mundo más limpio y resiliente.