En la actualidad, apostar se ha vuelto algo muy sencillo, pues con tan solo un celular y acceso a internet, cualquier persona puede ingresar a plataformas de apuestas deportivas, juegos de azar o casinos en línea donde se invierte dinero real, muchas veces sin supervisión ni control efectivo.
En varios municipios esta tendencia comienza a notarse con mayor frecuencia entre estudiantes de secundaria, preparatoria y universidad, ya que además de las apuestas entre compañeros, se comparten códigos de invitación para apuestas digitales, que implican dinero y riesgo, esta situación se ha vuelto tema de conversación cotidiana en grupos de amigos.
La facilidad que se tiene para registrarse en plataformas es preocupante, ya que muchas de ellas no hacen una comprobación rigurosa de edad, esto ha permitido que menores de edad participen en actividades pensadas para adultos y aunque no siempre se trata de apuestas grandes, el hábito constante y la emoción de ganar algo con un clic han comenzado a formar parte de la rutina de muchos jóvenes.
Este fenómeno refleja un cambio cultural impulsado por la tecnología y el entorno digital, lo que ha ocasionado que la línea entre entretenimiento y juego de apuesta empieza a volverse borrosa y con ella, surgen nuevas preguntas sobre el impacto que esto podría tener en las futuras generaciones.