En un contexto donde el uso de libros físicos ha disminuido frente al avance de la tecnología, las bibliotecas públicas de Jacona y Zamora se mantienen como espacios vivos, adaptables y profundamente comprometidos con el fomento a la lectura. Coordinadas por Betsabé Amezcua y Maribel Hernández Castro, respectivamente, ambas bibliotecas han sabido integrar herramientas digitales sin perder su vocación formativa y comunitaria.
Hoy cuentan con módulos de cómputo disponibles para todos los usuarios, acceso gratuito a internet y una oferta de actividades que responde a las necesidades de distintos grupos. Aunque reciben visitantes de todas las edades, son los niños de entre 4 y 10 años quienes más asisten, gracias al trabajo conjunto con docentes que organizan visitas guiadas, talleres y dinámicas de lectura.
La biblioteca Manuel Martínez de Navarrete, en Zamora, ha ampliado su alcance con clases de regularización para niñas y niños, talleres de bisutería para adultos mayores, círculos de lectura y un espacio dedicado al INEA. Allí, personas mayores de 15 años pueden concluir su educación básica o aprender a leer y escribir. También se han incluido grupos con discapacidad auditiva, fortaleciendo el carácter inclusivo de estos espacios. Mientras que la biblioteca pública de Jacona ofrece dos grupos de lectura, uno para jóvenes y otro para adultos.
Además, se realizan actividades en comunidades con difícil acceso a la lectura, mostrando que la biblioteca no es solo un edificio, sino una herramienta que se desplaza, se adapta y se transforma.
El programa "Mis vacaciones en la biblioteca" ofrece actividades lúdicas para niñas y niños durante el receso escolar. Y el préstamo a domicilio permite llevar hasta tres libros por ocho días, sin costo alguno. Basta con llenar una solicitud y presentar los requisitos para obtener una credencial.
La invitación es abierta: niños, jóvenes y adultos pueden acercarse, conocer sus instalaciones, participar en sus programas y descubrir que, aunque todo cambia, el valor de tener un libro en las manos sigue siendo insustituible. Las bibliotecas públicas de Jacona y Zamora no solo resisten: evolucionan, incluyen y siguen formando lectores.