Aunque parezcan animales comunes, la población de los burros ha disminuido drásticamente en los últimos años, esto por factores como el abandono, la mecanización del campo y el tráfico ilegal de su piel, la cual es utilizada en productos tradicionales en algunos países, todo esto los ha puesto en peligro de extinción.
Al ya no ser tan útiles como en la antigüedad, debido a la modernización, y su caza ilegal en China, su población se ha visto reducida en gran cantidad, en 1991, se estimaba que había al menos 1,5 millones de burros en el país, pero en 2025 esta cifra se ha reducido a menos de 500,000, situación alarmante ya que hasta ahora, son pocas las medidas que se tienen para proteger a esta especie.
Aun asi, son animales sorprendentes, pues los burros tienen una memoria excepcional con la que pueden recordar rutas y personas hasta por diez años, son también muy resistentes al calor, y pueden pasar más tiempo sin agua que muchos otros animales, lo que los hace ideales para regiones áridas, además, tienen un carácter tranquilo y a diferencia de lo que se puede pensar, son muy inteligentes y sociales, capaces de formar vínculos afectivos con humanos y otros animales.
En cuanto a su cuidado, muchos no saben que su alimentación es muy sencilla, pero debe ser balanceada, los burros comen principalmente heno, pasto seco, avena y pequeñas cantidades de frutas o verduras como zanahorias y manzanas, el exceso de azúcar o comida fresca puede causarles problemas digestivos, así que es importante alimentarlos con moderación y siempre darles acceso a agua limpia
Cuidar a los burros no es solo una cuestión de compasión, sino de respeto por un animal que ha acompañado al ser humano por miles de años. Su extinción sería una pérdida silenciosa, pero profunda para nuestro patrimonio cultural y rural.