El paso de la juventud a la vida adulta suele estar marcado por un choque con la realidad: administrar pagos, organizar gastos y surtir la despensa. Para los estudiantes foráneos, esta experiencia se convierte en un reto mayor, pues deben aprender a equilibrar recursos limitados con la necesidad de alimentarse de manera constante y suficiente. En este contexto, surge la pregunta de cómo las madres lograban alimentar a toda la familia con tan poco.
Betty, ama de casa de 43 años, explica que la clave está en la planificación. "Es mejor comprar carne para toda la semana y congelar. Sale más barato hacer un solo guiso para dos días que uno diferente diario", comenta. Para ella, acudir al mercado es indispensable, ya que ahí se encuentran precios más accesibles y productos frescos. Su estrategia se centra en aprovechar la cantidad y evitar compras pequeñas que terminan siendo más costosas.
Alondra, de 55 años, ama de casa y emprendedora, coincide en la importancia de organizar las compras. Recomienda adquirir lo necesario para toda la semana y, en caso de no poder hacerlo de manera mensual, buscar los mejores precios en las tiendas de la esquina o en los mercados locales. Su consejo apunta a la disciplina en el consumo y a evitar gastos innecesarios que afectan el presupuesto familiar.
Por su parte, Cleotilde, de 64 años, destaca que la experiencia enseña a mantener siempre una despensa básica. Aceite, arroz, frijol, lenteja, sopa, azúcar y café son productos que no deben faltar. Su recomendación es comprar suficiente para el mes y reponer semanalmente lo que se ha utilizado, evitando así quedarse sin insumos y, al mismo tiempo, distribuyendo el gasto de manera más equilibrada. Además, recuerda que existen alternativas económicas al huevo, como los taquitos dorados de papa acompañados de sopa, que rinden más y cuestan casi lo mismo que un kilo de huevo.
Los testimonios de estas mujeres reflejan prácticas de ahorro y organización que han sido transmitidas de generación en generación. En un contexto donde los jóvenes enfrentan salarios bajos, precios elevados y la necesidad de independencia, estas estrategias se convierten en herramientas útiles para enfrentar la economía cotidiana. La planeación, el aprovechamiento de los mercados locales y la construcción de una despensa básica son elementos que permiten que los recursos rindan más.
La enseñanza es clara: administrar la comida no solo implica cocinar, sino también saber comprar, organizar y prever. En tiempos de incertidumbre económica, estas prácticas siguen siendo vigentes y necesarias para quienes buscan sostenerse con dignidad y responsabilidad.