La medición del tiempo está a punto de dar un salto histórico. Los relojes nucleares, una nueva generación de instrumentos científicos, prometen una precisión sin precedentes: podrían perder menos de un segundo en miles de millones de años. Y aunque parezca ciencia ficción, México ya forma parte de esta revolución.
El desarrollo de esta tecnología tiene su origen en investigaciones lideradas por el físico Eric Hudson y su equipo en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), quienes lograron fabricar capas ultradelgadas.
A diferencia de los relojes comunes (de cuarzo) o incluso los atómicos, los relojes nucleares miden el tiempo a partir de transiciones dentro del núcleo de un átomo, específicamente del torio-229. Esta transición es tan estable que permite una exactitud 10 veces superior a la de los relojes atómicos actuales.
Se fabrican mediante deposición física de vapor (PVD), creando capas ultradelgadas de fluoruro de torio sobre cristales especiales. Esta técnica reduce el uso de material y permite diseños más compactos.
La precisión extrema no es solo un lujo científico: tiene impacto directo en la vida cotidiana y en sectores estratégicos:
· GPS ultrapreciso: ubicación exacta a nivel de centímetros, útil para navegación, agricultura, rescates y ciudades inteligentes.
· Sincronización de redes: mejora en telecomunicaciones, internet, banca digital y seguridad informática.
· Ciberseguridad cuántica: protección de datos y transacciones con registros temporales exactos.
· Investigación avanzada: detección de ondas gravitacionales, estudio de materia oscura y constantes universales.
México no solo observa: participa activamente en el desarrollo de esta tecnología.
· La UNAM, a través del Instituto de Ciencias Nucleares, colabora en investigaciones sobre torio-229 y espectroscopía láser.
· El ININ aporta experiencia en física nuclear, materiales radioactivos y seguridad radiológica.
· Investigadores mexicanos como José Ignacio Jiménez Mier y Terán destacan el potencial de esta tecnología para transformar la navegación, telecomunicaciones y banca digital en el país.
Aunque estos relojes no estarán en la muñeca de los ciudadanos, sus señales estarán disponibles para instituciones científicas, tecnológicas y financieras. Esto se traduce en:
· Mayor seguridad digital para usuarios bancarios.
· Mejor geolocalización para servicios públicos y emergencias.
· Impulso a la educación científica y a la soberanía tecnológica nacional.
· Oportunidades laborales en investigación, ingeniería y desarrollo cuántico.
La precisión del tiempo no es solo una cuestión de segundos: es una herramienta de poder, conocimiento y transformación. Y México, con su talento científico y visión de futuro, ya está marcando el ritmo.