Hay personas que cuando comen lo hacen muy rápido, ya sea por costumbre o por tener poco tiempo para ello, sin embargo, esto puede tener fuertes repercusiones en su salud.
Comer rápido se ha vuelto una costumbre en un estilo de vida acelerado, hacer esto puede traer problemas, los principales efectos es que podemos llegar a comer más comida ya que el cerebro tarda 20 minutos en registrar la sensación de saciedad, llegando a comer más de lo necesario por esta situación.
Así mismo, hay evidencia que este hábito puede alterar la función de hormonas como la leptina y la grelina, son las encargadas de regular el apetito y la saciedad.
Otra de las repercusiones son los problemas digestivos, ya que al no masticar adecuadamente impide que los alimentos lleguen bien triturados al estómago, dificultando la digestión provocando acidez, reflujo, hinchazón y gases.
Comer rápidamente promueve fluctuaciones bruscas en los niveles de glucosa, facilita la comulación de grasa visceral y contribuye el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2
Una de las recomendaciones que se hace es masticar por lo menos 30 veces el bocado para facilitar la digestión, descansar los cubiertos entre bocado, evita distracciones como el celular o la televisión, usa platos más pequeños para controlar las porciones y dedica entre 20 y 30 minutos para cada comida.