El pasado viernes 11 de octubre, el Teatro Obrero de Zamora se vistió de gala para recibir Kéter Malkuth, una puesta en escena que trascendió lo artístico y se convirtió en una experiencia espiritual, estética y profundamente humana. Dirigida por la talentosa Ann Sancer, la obra combinó danza contemporánea, filosofía cabalística y compromiso social en una noche que quedará grabada en la memoria colectiva.
Inspirada en el libro El árbol de la vida de la Cábala, la obra exploró el viaje del ser humano desde su esencia más elevada hasta su manifestación física. Cada coreografía representó una etapa de ese recorrido interior, y en cada una, el público experimentó momentos que literalmente enchinaron la piel. El silencio, la música, el movimiento y la intención se entrelazaron para provocar emociones profundas y reflexiones personales.
La función tuvo además un propósito tangible: recaudar fondos para apoyar a Sancer en su próxima etapa profesional en España, donde continuará su formación gracias a una beca. Aunque hubo despedida, no fue un adiós, sino una declaración de amor a Zamora, una forma de agradecer y de sembrar futuro. Porque esta partida no solo busca formar grandes artistas, sino también dejar huella.
La respuesta del público fue cálida, emotiva y significativa. El Teatro Obrero se llenó de personas que, con su presencia, respaldaron el talento de la directora y el mensaje profundo de la obra. La danza, muchas veces relegada, se convirtió esa noche en vehículo de transformación, sensibilidad y encuentro.
Ann Sancer dejó un llamado claro: apoyar el arte es apoyar el alma de una comunidad. Kéter Malkuth no solo dejó huella en el escenario, sino también en quienes la vivieron. Fue una noche de gala, de conciencia y de belleza compartida. Una noche que reafirmó el poder del arte para unir, sanar y trascender.