Para muchos jóvenes duranguenses, independizarse significa no solo dejar el hogar familiar, sino enfrentar retos económicos que se han agudizado en los últimos años. Entre los principales obstáculos destacan el encarecimiento de las rentas y los bajos salarios, lo que ha complicado su acceso a una vivienda digna.
De acuerdo con datos del INEGI, en Durango hay 843,000 personas ocupadas y el salario mensual promedio ronda los $7,470 pesos. Sin embargo, cerca de la mitad de la población económicamente activa se encuentra en la informalidad laboral, lo que limita sus posibilidades de acceder a créditos o contratos de arrendamiento estables. Además, alrededor del 31.8% de los trabajadores urbanos gana menos del salario mínimo, lo que representa un ingreso insuficiente para cubrir necesidades básicas.
En contraste, los precios de renta han mostrado un incremento sostenido. Un ejemplo es el costo promedio de una vivienda de tres recámaras y dos baños, que puede alcanzar los $6,842 pesos mensuales en colonias populares (según CANADEVI). Esta cifra absorbe gran parte del salario promedio, dejando un margen reducido para cubrir otros gastos como transporte, alimentación y servicios.
A lo anterior se suma que la venta de residencias en Durango ha disminuido en un 40%, lo que ha detonado un mayor interés en el mercado de rentas. Este fenómeno ha provocado que la demanda supere la oferta en determinados sectores, con la consecuente elevación de precios.
Aunque no existen cifras locales precisas sobre cuántos jóvenes viven de manera independiente, especialistas en vivienda y mercado laboral coinciden en que este sector es de los más afectados. Muchos jóvenes deben recurrir a jornadas laborales extendidas o incluso combinar dos empleos para solventar gastos de vivienda y manutención, mientras que otros optan por permanecer más tiempo en el hogar familiar.
La situación refleja un escenario complejo para las nuevas generaciones que buscan acceder a un espacio propio, donde el cruce entre bajos ingresos y altos costos de vivienda se convierte en un desafío constante.