El presidente electo de Chile, José Antonio Kast, afirmó que apoya "cualquier situación que termine con una dictadura", al ser consultado sobre una eventual intervención militar en Venezuela, luego de reunirse en Buenos Aires con el mandatario argentino Javier Milei, en su primer viaje internacional tras ganar las elecciones presidenciales del domingo.
"Claramente nosotros no podemos intervenir porque somos un país pequeño, pero si alguien lo va a hacer, que tenga claro que soluciona para nosotros y para toda Latinoamérica un problema gigantesco", declaró el líder derechista.
Las declaraciones se producen en un contexto de creciente presión internacional sobre el gobierno de Nicolás Maduro, particularmente por parte de Estados Unidos. En los últimos meses, la administración del presidente Donald Trump ha intensificado su postura con operativos militares en el mar Caribe y la incautación de cargamentos de petróleo venezolano.
En materia migratoria, Kast se refirió a los cerca de 300 mil inmigrantes irregulares que viven en Chile, en su mayoría venezolanos, y planteó la posibilidad de coordinar con otros países de la región la creación de un "corredor humanitario" para el retorno de estas personas a sus países de origen.
Aseguró que este tema ya fue abordado con los presidentes de Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador, Panamá, Costa Rica y El Salvador.
"Todos tienen plena conciencia de que la situación que se vive en Venezuela es inaceptable", afirmó.

Aumento a las tensiones diplomáticas
Las declaraciones del presidente electo chileno provocaron una dura reacción del mandatario venezolano, Nicolás Maduro, quien lo comparó con Adolf Hitler y le exigió "respetar" a los migrantes venezolanos en Chile.
"Usted podrá ser pinochetista convicto y confeso, pero cuidadito le toca un pelo a un venezolano. ¡A los venezolanos se les respeta!", dijo Maduro durante su programa semanal de televisión, en el que también lanzó advertencias personales contra Kast.
En respuesta, Kast negó este martes que su gobierno tenga previsto expulsar masivamente a inmigrantes irregulares al inicio de su mandato, argumentando que "no hay capacidad" para hacerlo. Sin embargo, los instó a salir voluntariamente del país y regularizar su situación para reingresar por la vía legal.
Desde 2014, más de siete millones de venezolanos han emigrado debido a la crisis política, económica y humanitaria en su país. Chile alberga actualmente entre 700 mil y 800 mil ciudadanos venezolanos, aunque en semanas recientes se han registrado tensiones en la frontera norte, especialmente con personas que intentaban continuar su trayecto hacia Perú.

En ese contexto, la líder opositora venezolana y Premio Nobel de la Paz, María Corina Machado, pidió recientemente a Chile mantener un "espacio de respeto y bienvenida" para la diáspora venezolana.
El nuevo gobierno chileno ha anticipado una política de mano dura en seguridad, con énfasis en el combate al crimen organizado transnacional, particularmente contra la banda Tren de Aragua, originada en la cárcel venezolana de Tocorón y considerada uno de los principales desafíos de seguridad en Chile.
La Fiscalía chilena ha acusado al número dos del chavismo, Diosdado Cabello, de presuntamente contratar a integrantes de esta organización criminal para participar en el secuestro y asesinato del exteniente venezolano Ronald Ojeda, asilado político en Chile.
Las tensiones diplomáticas entre Chile y Venezuela no son nuevas. Durante el actual gobierno de Gabriel Boric, la postura crítica frente a las violaciones a los derechos humanos en Venezuela convirtió al mandatario chileno en blanco de constantes ataques verbales por parte del chavismo.
En ese marco, Maduro atribuyó la victoria electoral de Kast al fracaso del progresismo chileno, al señalar que "el proceso progresista del señor Boric creó las condiciones para que hoy esté la derecha en el Palacio de La Moneda".