Debate sobre la Ley de Aguas ha sido “intenso”: Monreal
Política

Debate sobre la Ley de Aguas ha sido “intenso”: Monreal

Por: Arlette Palacios
CDMX
Fecha: 04-12-2025

Tras más de 24 horas de discusión y la participación de 178 oradores, Ricardo Monreal, presidente de la Jucopo en la Cámara de Diputados reconoció que el debate sobre la Ley de Aguas ha sido "intenso" y por momentos complicado.

El político también dijo que es difícil sostener que no se escuchó a quienes expresaron desacuerdos con la propuesta, pues aseguró que se trató de un proceso amplio y abierto. 

Alfonso Ramírez Cuéllar, expresidente de morena asegura que con esta ley se fortalecen los derechos de las y los productores, se pone orden donde durante años hubo abusos y se abre una nueva etapa para el uso y manejo responsable del agua en México.

El diputado del mismo partido, José Narro Céspedes publicó en su cuenta de X: "Después de más 25 horas de sesión, por fin enterramos la era en que el #PRIAN usaban el agua como botín. Aprobamos una reforma histórica a la Ley General de Aguas, se acabó el negocio de acaparadores, el agua vuelve a ser derecho. El pueblo recupera lo que siempre fue suyo".

La oposición asegura que Morena quiere tomar control político del agua

"El agua es un derecho, no un permiso del gobierno. La Ley de Aguas del régimen no garantiza acceso: centraliza, politiza y criminaliza al campo, dejando en incertidumbre a familias, productores y municipios. Desde @AccionNacional defendemos una ley justa y con presupuesto real. No vamos a permitir que se use el agua como control político", Jorge Romero Herrera, líder del PAN.



Mientras que José Mario, presidente de la asociación Perteneces AC dijo que hoy la Cámara de Diputados aprobó una reforma que cambia por completo quién controla el agua en México. Mientras miles de productores protestaban afuera, la mayoría legislativa aprobó una Ley de Aguas que centraliza decisiones, rompe la relación entre tierra y agua, crea nuevos delitos y coloca el futuro del campo en manos de unos cuantos funcionarios federales. Esto es, en términos simples, lo que realmente se aprobó:


  • Se rompe el vínculo tierra-agua

Cuando vendas, rentes o heredes una parcela, el derecho al agua ya no se transmite automáticamente. La concesión NO "viaja" con la tierra. El nuevo dueño queda en el aire: tendrá que pedir una "reasignación de volúmenes" y esperar a que la Federación quiera o no autorizarla.



  •  Nace el Fondo de Reserva de Aguas Nacionales.

El agua se concentra en un gran "Fondo" federal. Un Comité, presidido por Conagua y con secretarías como Hacienda y Bienestar, decide a quién se le reasigna el agua y en qué condiciones. Es decir: menos decisiones locales, más poder en un puñado de funcionarios en CDMX.


  •  Más poder y discrecionalidad para Conagua.


Conagua podrá emitir las "medidas necesarias" para casos de emergencia, escasez, sobreexplotación y "seguridad hídrica". Esa frase, tan abierta, le permite reducir, limitar o cancelar usos de agua con un margen enorme de discrecionalidad, sin reglas claras y con poco control ciudadano.



  •  Se crean nuevos delitos hídricos y se endurecen castigos.

Se tipifican conductas como el traslado doloso de agua, alterar o desviar cauces y otorgar concesiones a cambio de beneficios. Aumentan las multas y se añaden sanciones penales. En el papel suena a combate a la corrupción; en la práctica, abre la puerta a criminalizar a productores, sobre todo cuando la ley es ambigua y el campo ha vivido años en un régimen hídrico desordenado.


  •  Excepción para uso personal y agropecuario familiar

Pero con muchos peros. Se exceptúa de sanciones a quien lo haga para uso personal, doméstico o "agropecuario familiar". Pero la definición es estrecha: muchos pequeños y medianos productores organizados pueden quedar fuera y verse tratados como infractores, aunque sólo intenten sobrevivir en un contexto de sequía y crisis.


  • Se desplaza la gestión regional del agua

Los organismos de cuenca y la lógica de gestión local pierden peso frente a un diseño hipercentralizado. Las comunidades, ejidos, pueblos indígenas y usuarios organizados tendrán menos voz real en cómo se distribuye y administra el agua que usan todos los días.


  •  Se cambia el valor de la tierra y la seguridad del productor

Al separar la tierra del agua, la parcela pierde valor y certidumbre. El campesino ya no sabe si su hijo heredará no sólo la tierra, sino también el derecho al agua. Tampoco sabe si podrá vender en un futuro una parcela "con agua" porque todo dependerá de un visto bueno federal.




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