Del parque al asfalto: reducción de espacios verdes
Urbanización

Del parque al asfalto: reducción de espacios verdes


Atrás quedaron los días en que los niños podían correr entre árboles, escuchar el canto de los pájaros y pasar la tarde en un parque cerca de casa 



Hoy, en ciudades como la Ciudad de México, los espacios verdes desaparecen a un ritmo preocupante, reemplazados por calles, edificios y fraccionamientos que crecen sin pausa. 


Esta pérdida no solo afecta a plantas y animales, que se quedan sin hogar, sino que también cambia la vida de las personas: aumenta el calor, la contaminación y disminuyen los lugares donde se puede descansar, caminar o simplemente pasar un momento tranquilo al aire libre. 


En la última década, la CDMX perdió más de 18.7 kilómetros cuadrados de áreas verdes, de acuerdo con la Universidad Iberoamericana dejando a muchas familias sin un parque cercano, un lujo que en realidad es una necesidad para sentirse bien y mantener la salud 



De los 18.7 km² de áreas verdes perdidas, 4.86 km² se deben a la tala de árboles en calles y frentes de casas. El resto se perdió por viviendas (63?%), instalaciones públicas (17?%), plazas y espacios abiertos (12?%), desarrollos urbanos parciales (5?%) y zonas industriales o comerciales (4?%) 



Cómo llegamos aquí 

La urbanización en México tiene raíces históricas profundas, pero se aceleró de manera significativa en el siglo XX. 


La Ciudad de México, fundada en 1521 sobre el lago de Texcoco, tenía canales y chinampas que mezclaban la ciudad con la naturaleza, ofreciendo espacios verdes naturales para la comunidad. 


Con el tiempo, el crecimiento de la población y la industrialización hicieron que la ciudad se expandiera sin pensar en conservar estos espacios. 



Entre 1950 y 2000, la población de la CDMX pasó de 3 a más de 8 millones, y muchas zonas verdes se transformaron en barrios residenciales y centros comerciales 



En 2000, alrededor del 19.3% del suelo urbano de la ciudad era área verde; para 2020, se habían perdido cerca de 18.7 km² en solo ocho años, lo que duplica la pérdida de décadas anteriores. 


La rapidez con la que desaparecen los parques y jardines refleja cómo la planificación urbana ha quedado rezagada frente a la demanda de vivienda y comercio. 



El verde por persona: un lujo desigual 

Hoy, cada habitante de la CDMX tiene en promedio solo 15 metros cuadrados de espacio verde, pero si contamos únicamente las áreas que se pueden usar realmente, la cifra baja a 7.5 m², menos de los 9 m² que recomienda la Organización Mundial de la Salud. 


La distribución del verde es muy desigual. Alcaldías como Miguel Hidalgo o Cuajimalpa concentran la mayoría de los parques, mientras que Iztapalapa o Gustavo A. Madero tienen muy pocos metros cuadrados por residente. 


En Monterrey, la cifra promedio por persona es apenas 6.2 m², y en zonas periféricas pobres de Puebla o San Luis Potosí, el acceso al verde puede ser hasta 50% menor que en las áreas centrales o más acomodadas. 



Estudios satelitales muestran que la cobertura vegetal urbana en la CDMX cayó de 130-140 km² hace 20 o 30 años a cerca de 100 km² en la actualidad 



Por qué desaparece el verde 

El crecimiento de casas, edificios y centros comerciales sin planificación es la principal causa. Los desarrolladores priorizan la construcción de vivienda y comercio sobre la conservación de parques y áreas naturales. 


La falta de reglas claras para proteger el verde urbano permite que se pierdan terrenos de conservación con facilidad. 


Además, nuevas calles, autopistas y centros comerciales fragmentan los espacios verdes que quedaban, dejando menos lugares donde plantas, animales y personas puedan convivir. 



Cada árbol talado y cada parque reducido tiene un efecto directo: aumenta la temperatura en las zonas aledañas, disminuye la sombra natural y obliga a las familias a depender más de ventiladores y aire acondicionado 



Lo que ya se nota en la ciudad 

La desaparición de espacios verdes afecta la vida diaria. Muchos árboles y plantas nativas desaparecen, y algunas especies de aves y abejas ya no encuentran dónde vivir. 


La falta de vegetación contribuye a que se formen islas de calor urbano, con temperaturas hasta 5-10°C más altas en zonas densamente pobladas como el centro de la CDMX o Monterrey. 


Para las personas, la pérdida de parques significa menos oportunidades de caminar, correr, jugar o simplemente sentarse a leer. Esto es especialmente grave en barrios donde los parques eran los únicos espacios públicos para encontrarse con vecinos o pasar tiempo en familia. 



Niños y adultos pierden lugares para moverse, socializar y relajarse, lo que puede afectar la salud física y mental 



No es solo una cuestión de paisaje 

La desaparición del verde urbano no es solo que la ciudad se vea diferente; tiene efectos directos sobre nuestra vida. Más calor, aire más contaminado, estrés y menos lugares para salir al aire libre son algunas de las consecuencias. 


Las olas de calor se vuelven más intensas, la calidad del aire se deteriora y los barrios más pobres son los que menos espacios verdes tienen, aumentando las desigualdades. 


Además, perder áreas verdes significa perder la posibilidad de conectarse con la naturaleza, algo que estudios han demostrado que ayuda a reducir el estrés, mejorar la salud mental y física y generar un sentido de comunidad. 



Lo que antes eran parques y jardines accesibles para todos, hoy se concentra en pocas zonas privilegiadas 


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