El doble rostro de la afición del futbol mexicano
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El doble rostro de la afición del futbol mexicano

Por: Fernanda Rivera
CDMX
Fecha: 25-09-2025

En México, el futbol se vive en cada rincón: en las calles donde los niños imitan a sus ídolos, en los hogares donde familias y amigos se reúnen para ver un partido, y en los estadios que se llenan de gritos, banderas y emociones compartidas.


Esta pasión atraviesa generaciones y conecta a personas de distintas edades y regiones, convirtiéndose en un fenómeno que va más allá del juego mismo.


Los aficionados participan de rituales que van desde cánticos y celebraciones hasta reuniones y tradiciones que refuerzan el sentido de pertenencia y la identidad con su equipo.




El futbol refleja tanto la unidad como las divisiones de la sociedad. Los encuentros no son solo deportivos: son escenarios donde se celebran victorias, se lloran derrotas y se construyen identidades colectivas.


La afición puede ser fuente de orgullo y alegría, pero también de tensión y conflictos que, en ciertos casos, han derivado en violencia. Entre cánticos, rituales y festejos, se forma una identidad que define cómo los mexicanos viven y sienten su cultura deportiva, mostrando que este deporte es, al mismo tiempo, entretenimiento, comunidad y espejo de la sociedad.


La afición como motor del espectáculo




Según la investigación "La influencia del fútbol en la cultura mexicana: más que un deporte para la afición" de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), los rituales de los aficionados, desde los cánticos hasta las reuniones para ver los partidos, fortalecen la identidad colectiva y convierten al futbol en un fenómeno cultural.


Cada gol celebrado, cada bandera que ondea, es un acto de pertenencia que trasciende la cancha y se refleja en la vida cotidiana.


Los medios de comunicación juegan un papel fundamental en amplificar esta pasión. Televisoras, radios y redes sociales transforman cada partido en un evento nacional, incluso quienes no siguen un club con intensidad se ven envueltos en la conversación.




Según la investigación "El rol del fútbol en la identidad del mexicano y el deporte como campo de socialización" de la UNAM, el futbol funciona como un espacio de socialización, donde se transmiten valores, emociones y normas culturales.


La pasión por un equipo se transmite de generación en generación. Padres y madres enseñan a sus hijos a amar un club, consolidando tradiciones que refuerzan la cohesión social y crean un legado de emociones compartidas que perduran más allá del resultado de un partido.


Este fenómeno también explica por qué el futbol puede convertirse en un lenguaje común que atraviesa edades, clases sociales y regiones del país.


Identidad y rivalidad




El futbol mexicano es un escenario donde la identidad y la rivalidad se entrelazan de manera profunda.


Según la UNAM, los aficionados usan los partidos para afirmar quiénes son y diferenciarse de "los otros", es decir, del rival.


Esto se refleja no solo en los estadios, sino también en la vida diaria: la rivalidad puede aparecer en conversaciones familiares, en la escuela, en el trabajo o incluso en redes sociales, generando un sentido de pertenencia que refuerza la identidad de cada grupo.


Los clásicos regionales o partidos de gran rivalidad permiten que los seguidores experimenten una emoción colectiva que refuerza la identidad del grupo y al mismo tiempo la oposición al adversario.




Por ejemplo, los enfrentamientos entre América y Chivas no solo son partidos de futbol: representan tensiones históricas y culturales entre la Ciudad de México y Guadalajara, entre lo centralizado y lo regional, entre distintas formas de entender la mexicanidad.


La UNAM señala que estos partidos son un reflejo simbólico de la sociedad: las rivalidades no son solo deportivas, sino también sociales, políticas y culturales.


La rivalidad también puede reflejar cuestiones de género y masculinidad. La UNAM señala que los hombres buscan reafirmar su estatus social dentro de la barra a través de actos de bravura, de resistencia o de conocimiento del juego y la historia del club.




Este comportamiento, aunque problemático en algunos contextos, también forma parte de la manera en que se construyen identidades colectivas y se transmiten valores culturales ligados al futbol.


Finalmente, la identidad futbolera tiene un componente intergeneracional. Nietos, hijos y padres comparten la pasión por un equipo, pero también participan de las rivalidades históricas, transformando los partidos en narrativas vivas que conectan pasado, presente y futuro.


De esta forma, el futbol se convierte en un vehículo para transmitir cultura, emociones y sentido de pertenencia de manera tangible y memorable.


Violencia en los estadios: cuando la pasión se desborda




A pesar de que la gran mayoría de los aficionados disfruta del futbol de manera sana y alegre, algunos episodios de violencia han marcado la historia del deporte en México.


Estos eventos muestran cómo la intensidad de la pasión puede transformarse en peligro cuando se mezclan rivalidades extremas, tensiones sociales y deficiencias en seguridad.

Según la investigación "La violencia en los estadios durante y después de los partidos en el futbol mexicano en la Ciudad de México" de la UNAM, los estadios pueden convertirse en escenarios de riesgo si no se gestionan correctamente los flujos de espectadores y las dinámicas de las barras organizadas.


  • Túnel 29, Ciudad Universitaria (1985)




Uno de los episodios más trágicos ocurrió durante la final UNAM-América en el Estadio Olímpico Universitario. Un accidente en el túnel 29 terminó con la muerte de diez personas, incluyendo un joven de quince años.


Este hecho histórico demostró la vulnerabilidad de los eventos masivos y la importancia de contar con medidas de seguridad adecuadas. La tragedia marcó un antes y un después en la manera en que se pensaban los accesos y la protección de los aficionados dentro de los estadios mexicanos.


  • Santos vs. Morelia, Torreón (2011)




El 20 de agosto de 2011, un partido en el Estadio TSM Corona se detuvo al minuto 40 debido a detonaciones de arma de fuego en las inmediaciones. Este hecho provocó pánico entre los asistentes y obligó a los jugadores a retirarse al vestidor.


La violencia externa interrumpió la celebración deportiva y evidenció la necesidad de protocolos de seguridad más estrictos y efectivos, mostrando que los estadios no siempre están completamente aislados de la violencia del entorno urbano.


  • Querétaro vs. Atlas, Estadio Corregidora (2022)




El 5 de marzo de 2022, enfrentamientos entre barras rivales dejaron 26 heridos y generaron imágenes virales de familias huyendo.


La Liga MX suspendió el encuentro y aplicó sanciones severas, demostrando que la violencia de las barras sigue siendo un problema estructural. Este episodio resaltó la importancia de la coordinación entre clubes, autoridades y aficionados para garantizar la seguridad y preservar el futbol como un espacio de disfrute colectivo.




A pesar de estos episodios, el futbol sigue siendo el corazón de millones de mexicanos. Sus cánticos, rituales y entusiasmo llenan los estadios y generan momentos de identidad colectiva que no se encuentran en otro ámbito.


El futbol mexicano, con su doble rostro, refleja tanto lo mejor como lo más complejo de la sociedad. Cada gol, cada festejo y cada silbato demuestran alegría, orgullo y pertenencia, mientras que los episodios de violencia recuerdan la importancia de la seguridad y la cultura del respeto.


En México, el futbol seguirá siendo más que un deporte: es cultura, entretenimiento y espejo de nuestra identidad colectiva.


La pasión que se vive en las gradas debe ser un puente que una, no que divida, y un recordatorio de que el juego puede enseñarnos tanto sobre nuestra sociedad como sobre el arte de celebrar juntos.


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