Este 29 de julio se conmemora el Día Internacional del Tigre, una fecha instaurada en 2010 para crear conciencia sobre la crítica situación que enfrentan estos majestuosos felinos.
A pesar de los esfuerzos globales por su conservación, el tigre sigue figurando entre las especies más amenazadas del planeta, víctima de la caza furtiva, la pérdida de hábitat y el tráfico ilegal de vida silvestre.
Según datos recientes del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), se estima que quedan menos de 4,000 tigres salvajes en todo el mundo, una cifra que representa apenas una fracción de los 100,000 que existían hace un siglo.
Las seis subespecies que aún sobreviven: el tigre de Bengala, el de Indochina, el de Malasia, el siberiano, el del sur de China y el de Sumatra están clasificadas como "en peligro" o "en peligro crítico" por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
India alberga la mayor población de tigres del mundo, con cerca del 70% de los ejemplares salvajes. Sin embargo, incluso allí, donde los esfuerzos de conservación han dado frutos, los expertos advierten que el crecimiento urbano descontrolado y los conflictos con comunidades humanas ponen en riesgo la estabilidad de las poblaciones.
"La protección del tigre es también la protección de vastos ecosistemas en Asia", dijo Carlos Muñoz, especialista en fauna silvestre del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). "Donde hay tigres, hay bosques saludables, fuentes de agua y biodiversidad".
Organizaciones ambientalistas han lanzado campañas para redoblar el compromiso internacional y alcanzar la ambiciosa meta de duplicar la población mundial de tigres para 2034, siguiendo el plan Tx2 adoptado en la Cumbre del Tigre en San Petersburgo. No obstante, el cumplimiento de este objetivo enfrenta serios desafíos, especialmente en regiones donde la corrupción y la falta de recursos dificultan la aplicación de leyes ambientales.
En este Día del Tigre, activistas, científicos y ciudadanos de todo el mundo alzan la voz no solo para rendir homenaje a uno de los depredadores más icónicos del planeta, sino también para recordar que su supervivencia depende de decisiones políticas firmes, cooperación internacional y un cambio urgente en nuestra relación con la naturaleza.