¿Está México realmente preparado para el próximo sismo?
Sociales

¿Está México realmente preparado para el próximo sismo?

Por: Fernanda Rivera
CDMX
Fecha: 10-09-2025

México es un país que ha aprendido a convivir con los sismos.


La historia reciente nos recuerda lo vulnerables que somos ante un fenómeno que no se puede predecir, pero sí enfrentar con preparación.


Los terremotos de 1985 y 2017 dejaron huellas profundas en la memoria colectiva y pusieron a prueba tanto la capacidad de reacción del Estado como la organización de la sociedad civil.


Desde entonces, se han impulsado simulacros, sistemas de alerta y protocolos de protección, pero la pregunta sigue en el aire: ¿realmente estamos preparados?




La rutina de escuchar la alerta sísmica en las calles y oficinas, salir a un punto de reunión o replegarse en un sitio seguro forma parte de los ejercicios que cada año se realizan. Sin embargo, no basta con repetir acciones de manera mecánica; lo fundamental es que la población entienda por qué se hacen y cómo pueden marcar la diferencia en una emergencia real.


Prepararse para un sismo no es un acto aislado, sino un proceso constante que combina prevención, organización y participación ciudadana.


La importancia de los simulacros




El Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED) ha definido a los simulacros como ensayos que permiten identificar cómo actuar frente a una emergencia, simulando escenarios reales.


Los simulacros no siempre requieren evacuar; todo depende del tipo de riesgo y de las condiciones internas y externas de un inmueble.


Según el CENAPRED, realizar simulacros con frecuencia ofrece varias ventajas.




Primero, permite comprobar si las acciones preparadas son realmente eficientes. Segundo, mejora la capacidad de respuesta ante una emergencia. Y tercero, fomenta una cultura de protección civil entre familias, escuelas, comunidades y centros de trabajo.


Se trata de pasar de la teoría a la práctica, de que los planes de emergencia no se queden en papel, sino que puedan ser ejecutados con precisión en un momento crítico.


Además, que un simulacro bien hecho ayuda a que las personas mantengan la calma en un momento de crisis, lo cual es vital para reducir accidentes durante un sismo.


La organización detrás de los simulacros




La "Guía Práctica de Simulacros de Evacuación en Inmuebles", publicada por el CENAPRED, ofrece un panorama detallado sobre cómo planear un simulacro.


Explica que la organización incluye brigadas internas de protección civil, responsables del inmueble, jefes de piso y brigadistas. Incluso se establece que debe haber al menos un brigadista por cada diez usuarios de un edificio, con la misión de guiar y apoyar a quienes necesiten ayuda durante la evacuación.


Además, se distingue entre simulacros de gabinete, que son ejercicios teóricos, y simulacros de campo, que llevan la práctica a la realidad.




En los simulacros más completos también participan servicios de emergencia externos como bomberos, paramédicos o policías, lo que permite evaluar la coordinación con autoridades fuera del inmueble.


Estos últimos pueden realizarse con o sin previo aviso, y abarcar desde una parte del inmueble hasta su totalidad.


Los simulacros de campo deben ser precedidos por ejercicios de gabinete, para garantizar que las personas entiendan primero el plan sobre papel antes de aplicarlo.


Cómo actuar ante un sismo




Hablar de preparación no solo implica organizar simulacros, también significa que cada persona sepa exactamente qué hacer en el momento en que ocurre un temblor.


Tener claros los pasos a seguir antes, durante y después de un sismo es fundamental para reducir riesgos y evitar el pánico colectivo.


Según la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la CDMX, antes de que ocurra el sismo, la recomendación es identificar rutas de evacuación seguras, preparar una maleta de vida y evitar la acumulación de objetos pesados que puedan caer.


Durante el temblor, la instrucción es mantener la calma: en plantas bajas se recomienda evacuar, mientras que en pisos altos la mejor opción suele ser replegarse en un sitio de menor riesgo dentro del edificio, lejos de ventanas o muebles que puedan volcarse.




Después, lo esencial es no acercarse a estructuras dañadas ni utilizar elevadores, además de mantener comunicación con familiares para informar que se está a salvo


Además de estas acciones, la institución señala que es importante conocer la ubicación de llaves de paso de gas, agua y electricidad, pues cerrarlas a tiempo puede evitar fugas o incendios posteriores al movimiento.


Estas recomendaciones, aunque parezcan repetidas cada año en campañas oficiales, son clave para reducir riesgos.


En un momento de caos, los reflejos y la memoria de lo practicado en simulacros pueden marcar la diferencia entre ponerse a salvo o quedar expuesto a un accidente.


Posibles fallas y retos pendientes




A pesar de la existencia de sistemas como la Alerta Sísmica Mexicana, que es reconocida internacionalmente, las fallas persisten.


En ocasiones, el sonido llega con retraso o no se escucha en ciertas zonas, lo que puede generar confusión. A esto se suma que no toda la población participa activamente en los simulacros.


La apatía o la falta de interés hacen que muchas personas los vean como una pérdida de tiempo, debilitando el propósito de estos ejercicios.




El propio CENAPRED insiste en que la evaluación es tan importante como la ejecución. Es necesario medir el tiempo de evacuación, analizar las rutas usadas y detectar fallas en la organización.


Sin esta retroalimentación, los errores tienden a repetirse. Además, la institución advierte que los planes de emergencia deben actualizarse con regularidad, ya que los inmuebles cambian, se modifican los entornos urbanos y aparecen nuevas vulnerabilidades. Un plan que era útil hace cinco años puede no servir en la actualidad.


¿Preparación real o rutina simbólica?




En la práctica, los simulacros funcionan como ensayos generales antes de una presentación.


Cada ejercicio revela fortalezas y debilidades, pero su efectividad depende de la seriedad con la que se realicen. Muchos trabajadores salen a la calle sin saber a dónde dirigirse, algunos estudiantes lo ven como una pausa escolar, y en varios hogares nunca se organizan simulacros familiares.


La diferencia entre estar preparado y solo aparentarlo radica en la constancia con la que se practiquen y en el compromiso de cada persona.


La experiencia demuestra que, en los momentos de crisis, la organización ciudadana ha salvado tantas vidas como los protocolos oficiales. Sin embargo, la preparación debería ir más allá de la improvisación.


Tener brigadistas capacitados, señalizaciones visibles, maletas de emergencia y rutas claras de evacuación puede reducir drásticamente el impacto de un sismo.




La conclusión es clara: México ha avanzado en su preparación frente a los sismos, pero todavía enfrenta retos importantes.


Se han generado herramientas como guías, simulacros nacionales y sistemas de alerta, pero la responsabilidad última recae en cada ciudadano. Sin participación, cualquier sistema se vuelve insuficiente.


Recordar las tragedias del pasado no debe ser solo un ejercicio de memoria, sino una motivación para mejorar la cultura de protección civil. La tierra seguirá moviéndose bajo nuestros pies, y la única forma de enfrentarla con seguridad es estar preparados no solo en el discurso, sino también en la práctica diaria.


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