Las protestas encabezadas por jóvenes de la Generación Z en Nepal -que sacudieron al país en septiembre y terminaron por derribar al gobierno comunista de KP Sharma Oli- dejaron un impacto económico grande
Dos meses después, las autoridades interinas presentaron la primera fotografía completa de los daños: un impacto que supera los 586 millones de dólares.
El comité especial encargado de investigar lo ocurrido detalló que las movilizaciones dejaron 77 personas muertas, con picos de violencia el 8 y 9 de septiembre.

La mayoría de los heridos -más de 2,400- eran jóvenes, y al menos 17 tenían menos de 13 años, una señal de lo masivo y desbordado que estuvo el movimiento
Infraestructura devastada y miles de vehículos dañados
La protesta afectó 2,168 instalaciones públicas y gubernamentales, con 2,671 edificios dañados, lo que representa pérdidas superiores a 272 millones de dólares.
A ello se suman 12,659 vehículos destruidos o afectados, y un fuerte golpe al sector privado, con pérdidas estimadas en 232.69 millones de dólares.
El informe también detalla cómo se distribuyeron los daños dentro del aparato estatal:

Reconstruir un país fracturado
Con este diagnóstico, el comité propuso un plan de acción que requerirá al menos 251.83 millones de dólares para reparar la infraestructura dañada.
El documento fue entregado a Sushila Karki, actual primera ministra interina y primera mujer en ocupar el cargo, quien asumió con apoyo abierto de la Generación Z para conducir al país hacia las elecciones de marzo de 2026.
Las protestas, aunque costosas, marcaron un punto de inflexión: una nueva generación -más joven, más conectada y más impaciente con la clase política tradicional- tomó las calles y definió el rumbo inmediato del país.

Ahora, Nepal enfrenta el reto de reconstruir no solo sus edificios, sino la relación entre un Estado tambaleante y la juventud que exige un futuro distinto