La ganadería oaxaqueña atraviesa una crisis sanitaria debido al rebrote del gusano barrenador, una plaga que en cuestión de meses ha puesto en jaque al sector productivo. El primer caso se confirmó el 6 de mayo en Matías Romero Avendaño y desde entonces los contagios se dispararon: de 23 animales infectados a más de 570 hasta el 3 de septiembre, con un 20 por ciento de ellos aún activos. Las pérdidas económicas superan ya los 40 millones de pesos, mientras los embarques permanecen paralizados y el temor crece en las comunidades rurales.
Para contener la emergencia, las autoridades han desplegado brigadas sanitarias, capacitado a 65 mil productores y embargado más de 120 animales sin documentación. El secretario de Fomento Agroalimentario y Desarrollo Rural, Víctor López Leyva, confirmó que el problema se concentra en el Istmo y la Cuenca del Papaloapan, aunque también se extiende hacia la Sierra Norte. Como parte de la estrategia, el gobierno estatal distribuirá 10 mil kits de prevención con desparasitantes y desinfectantes, buscando frenar la propagación de la plaga que ya impacta la producción de carne y leche.
No obstante, la problemática rebasa fronteras estatales: en todo el sur del país se han contabilizado más de mil 400 casos y también se han registrado afectaciones en humanos. Para contrarrestar la emergencia, entre noviembre de 2024 y mayo de 2025 se liberaron 885 millones de moscas estériles en la campaña de control biológico más grande realizada en México, basada en la Técnica del Insecto Estéril.
Las repercusiones llegaron hasta el ámbito internacional cuando Estados Unidos suspendió de manera temporal la importación de ganado mexicano por tierra, afectando una de las cadenas exportadoras más sólidas del país. Hoy México concentra sus esfuerzos en el mercado interno, en reforzar la sanidad animal y en estrategias de regionalización.