Industria, agricultura y tú: la batalla por el agua
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Industria, agricultura y tú: la batalla por el agua


Atrás quedaron los días en que abrir la llave significaba simplemente llenar un vaso, cocinar o regar unas plantas sin pensar demasiado. Hoy, cada gota cuenta, y no solo para ti



En México se extraen más de 88 mil millones de metros cúbicos de agua al año, según datos de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), pero solo una fracción mínima llega a los hogares.


Mientras que un hogar promedio consume entre 300 litros por persona al día para necesidades básicas -beber, bañarse, cocinar y limpiar-, la agricultura y la industria demandan miles de millones de litros diariamente para sostener la economía nacional.


Esta desigualdad plantea una pregunta urgente: ¿quién usa más agua: tú o la industria?



David Boyd, relator especial de la ONU sobre derechos humanos y medio ambiente, lo resume con claridad: "El mundo enfrenta una crisis del agua, y está empeorando"



Consumo doméstico vs. consumo industrial y agrícola

La diferencia entre lo que gasta un hogar promedio y lo que consumen los sectores productivos es abismal.


Un mexicano promedio utiliza entre 200 y 300 litros diarios en actividades domésticas, lo que equivale a unos 55-110 metros cúbicos anuales por persona. Esto incluye bañarse, lavar ropa, cocinar, limpiar y pequeñas rutinas de jardinería o higiene personal.


En comparación, el sector agropecuario requiere miles de litros por hectárea. El riego de cultivos como el maíz demanda 350 litros por kilogramo producido, mientras que la caña de azúcar puede necesitar hasta 2,500 litros por ciclo, dependiendo de la zona y el método de riego.


En el caso del aguacate, muy demandado para exportación, se calcula un consumo de 70 litros por fruto, concentrándose principalmente en Michoacán, un estado que ha visto cómo la sobreexplotación de acuíferos y la deforestación acompañan la expansión de este cultivo.


La industria también absorbe enormes cantidades de agua. Procesos como el lavado y teñido de textiles, la producción de bebidas y refrescos, la manufactura de papel y el enfriamiento en plantas de energía son altamente demandantes.



Para ponerlo en perspectiva, fabricar un solo litro de refresco en Coca-Cola requiere 69 litros de agua, mientras que PepsiCo utiliza alrededor de 32 mil millones de litros anualmente para producir sus refrescos, botanas y productos procesados



La diferencia entre lo que un hogar promedio necesita y lo que consumen estas empresas es abismal: mientras una familia de cuatro personas podría sobrevivir con alrededor de 800 litros diarios, estas compañías multiplican esa cantidad millones de veces cada día.


Este contraste revela una verdad incómoda: aunque el ciudadano promedio piense que su uso del agua es excesivo, la mayor presión sobre los recursos proviene de sectores productivos, que gestionan miles de millones de litros para mantener la economía, muchas veces con ineficiencias significativas.



Sectores que más agua demandan

Los principales consumidores de agua en México son la agricultura y la industria, con impactos regionales claros.


La agricultura concentra el 76% del consumo concesionado, especialmente en cultivos de exportación como el aguacate, la caña de azúcar y el maíz, que requieren cantidades enormes por unidad de producción.


Estados como Sinaloa, dedicado casi en su totalidad al riego de cultivos, representan 10.6% del consumo nacional, concentrando 93% en agricultura.


Michoacán, por su parte, ha visto cómo el aguacate se convierte en un motor económico pero también en un motor de sobreexplotación de acuíferos y conflictos socioambientales.


La industria, con 5-9.6% del total de consumo, también tiene impactos locales importantes, sobre todo en el Valle de México y zonas del centro del país.



Procesos de lavado y teñido textil, producción de refrescos y bebidas, manufactura de papel y enfriamiento de plantas termoeléctricas requieren grandes volúmenes de agua



La eficiencia en muchos casos es baja: según la SEMARNAT, hasta el 57% del agua destinada a riego se desperdicia, mientras que el IMCO alerta que aproximadamente el 18% de los acuíferos están sobreexplotados por estas actividades.


En el panorama internacional, México no es único: en Estados Unidos, la agricultura representa el 80% del consumo de agua en el oeste árido, y en Brasil alcanza el 72%.


Sin embargo, en Europa, los países han logrado que la industria supere al sector agrícola gracias a sistemas de riego más eficientes y a políticas de gestión más estrictas.



Consecuencias del consumo masivo

El uso intensivo de agua genera efectos ambientales y económicos muy graves. El 18 de los mantos subterráneos del país están sobreexplotados, según estudios del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).


Esto provoca sequías severas, salinización de pozos, disminución de caudales en ríos y contaminación por residuos industriales, especialmente en la manufactura y el sector de bebidas.


La escasez de agua también tiene un impacto económico directo. La sequía eleva los costos de producción en sectores como agricultura y manufactura, afectando la seguridad alimentaria y generando desigualdades.


Mientras que el 77% del agua disponible se destina a la agricultura, solo el 14% llega a uso público, según estimaciones de expertos y reportes de CONAGUA.


Los consumidores enfrentan tarifas más altas, y la disponibilidad para hogares y pequeñas empresas se ve reducida.



A pesar de que la Ley de Aguas Nacionales busca garantizar la equidad y la sostenibilidad, la sobreasignación a sectores productivos y la falta de cumplimiento efectivo han convertido el recurso en un bien cada vez más escaso



¿Qué podemos hacer en casa?

Si la industria y la agricultura consumen tanto, ¿qué puede hacer cada hogar para aliviar la presión sobre los sistemas hídricos?


Las acciones simples pueden tener un gran impacto: reparar fugas, reutilizar agua gris, reducir el desperdicio al cocinar o al lavar ropa y controlar el consumo de agua en jardines y patios.


Estas pequeñas medidas domésticas no resolverán la crisis por sí solas, pero combinadas con políticas de regulación eficientes y tecnología en sectores productivos, podrían generar un alivio considerable.



Porque, al final, la diferencia entre 300 litros diarios de una persona y los 32 mil millones de litros de PepsiCo o los 69 litros por litro de refresco de Coca-Cola no es solo una estadística: es una llamada urgente a repensar cómo usamos el agua y cómo distribuimos este recurso vital en México

 


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