En distintos puntos del mundo, un símbolo inesperado ha comenzado a aparecer en manifestaciones sociales: la bandera pirata de One Piece, el exitoso manga y anime japonés creado en 1997 por Eiichiro Oda.
La serie narra la travesía de Monkey D. Luffy y su tripulación en busca de libertad y justicia en un mundo gobernado por poderes corruptos. Su estandarte, un cráneo sonriente con sombrero de paja ?conocido como el Jolly Roger, se ha convertido en un emblema de resistencia y de lucha contra la opresión, especialmente retomado por la generación Z, que ha adoptado la estética y los mensajes del anime como parte de su identidad cultural y su forma de protesta.

Ese mensaje ha trascendido la ficción. En Nepal, estudiantes la portaron en protestas contra la corrupción política; en Indonesia, ondeó durante marchas contra reformas laborales; y en París, jóvenes la levantaron como símbolo de inconformidad frente a políticas gubernamentales.
México no ha sido la excepción: durante las marchas de este fin de semana, la generación Z incorporó la bandera de One Piece entre pancartas y consignas, usándola como un recordatorio de rebeldía, unión y la búsqueda de un futuro más justo.

Lo que comenzó como un elemento de entretenimiento hoy es utilizado como metáfora visual: una bandera que representa sueños, comunidad y el rechazo a estructuras de poder. Así, el anime más vendido de la historia del manga se convirtió también en un inesperado estandarte de protesta global.