Este 27 de junio se conmemora el Día de las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (mipymes), y aunque parezca un tema lejano, su impacto es inmediato y cotidiano.
Desde la tiendita de la esquina hasta el café local o el taller mecánico del barrio, estas empresas representan la base de la economía mexicana y afectan directamente a millones de personas como consumidores, trabajadores o proveedores.
Según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2023 operaron en México 5.4 millones de unidades económicas, de las cuales 95.5% fueron microempresas. Estas pequeñas empresas generaron 41.5% del empleo en el país, pero apenas contribuyeron con 17.1% de los ingresos totales, lo que muestra una fuerte desigualdad entre su peso social y su participación económica.
Como consumidores, este panorama afecta directamente. La mayoría de los servicios básicos y compras diarias se hacen en mipymes. Sin embargo, sólo 4.4% de las microempresas venden por internet, lo que limita el acceso a productos o servicios digitales. En contraste, 33.4% de las medianas empresas y 32.9% de las grandes ya operan en línea.
El informe del INEGI también revela que en las microempresas 50.5% del personal ocupado son mujeres, lo que convierte a estas unidades en espacios clave para la inclusión laboral femenina. Además, 23.4% de las microempresas tienen menos de dos años, lo que indica un movimiento constante de nuevas ideas y emprendimientos que impactan directamente al consumidor con ofertas más diversas.
En cuanto al uso de tecnología, solo 23.5% de las microempresas tienen acceso a internet y 22.3% usan computadoras, lo que limita su capacidad para crecer, modernizarse y ofrecer mejores servicios. Esto también afecta al consumidor, que encuentra menos opciones tecnológicas y procesos más lentos al tratar con negocios pequeños.
El perfil educativo también influye: 41.3% de los empleados en microempresas tienen solo educación básica, mientras que en las empresas medianas y grandes domina la educación media superior. Esto repercute en la calidad del servicio, la atención al cliente y las posibilidades de innovación.
Las mipymes son esenciales para la vida económica del país y para la experiencia diaria de millones de personas. Pero también enfrentan desafíos importantes como la baja digitalización, menor acceso a formación y pocos apoyos para crecer. Apoyarlas no solo impulsa la economía, también mejora la calidad de vida de quienes consumen en ellas todos los días.