Lo bueno y lo malo de la fiebre fitness en México
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Lo bueno y lo malo de la fiebre fitness en México

Por: Fernanda Rivera
CDMX
Fecha: 14-08-2025

En la última década, la cultura fitness se ha consolidado como una de las tendencias más visibles en México.


No solo ha llenado gimnasios y parques, sino que ha transformado la manera en la que muchas personas conciben su salud, su cuerpo y su estilo de vida. Se trata de un fenómeno que combina ejercicio, alimentación, socialización y, en algunos casos, aspiraciones estéticas que trascienden lo saludable.


Sin embargo, como todo fenómeno social, el fitness tiene múltiples caras. Por un lado, es un aliado en la prevención de enfermedades, la mejora de la salud mental y el desarrollo económico local.




Por otro, también puede convertirse en un terreno donde la presión social, la desinformación y los excesos ponen en riesgo el bienestar de quienes lo practican.


En los últimos años, el sector fitness ha experimentado cambios importantes en México y en el mundo. La pandemia de COVID-19 impulsó nuevas formas de entrenar, desde rutinas en casa hasta clases virtuales, mientras que el interés por un estilo de vida más saludable ha llevado a más personas a incorporarlo a su día a día.


No obstante, también han surgido retos relacionados con el acceso, la regulación y la orientación correcta de esta práctica.


Cuando el gimnasio es más que ejercicio




El estudio elaborado por la Universidad de Guadalajara señala que el fitness es una herramienta clave para prevenir enfermedades cardiometabólicas como la obesidad, la diabetes y la hipertensión, todas de alta incidencia en México.


También destaca que esta práctica mejora la resistencia, la flexibilidad, la fuerza y la salud mental.


Según el INEGI, en 2023 menos de la mitad de los adultos que viven en ciudades (39.8%) se considera activa físicamente.


De esos que sí se mueven, solo alrededor del 64.2% lo hace con la intensidad suficiente para mejorar su salud. Esto muestra que todavía hay mucho espacio para que más personas adopten hábitos saludables.




Además, el 60.9% de quienes hacen ejercicio lo hace en parques, calles o plazas, lo que no solo ayuda a su bienestar físico, sino que también permite conocer gente, socializar y sentirse parte de la comunidad.


La pandemia marcó un punto de inflexión: entrenamientos en casa, clases virtuales y actividades al aire libre se volvieron comunes, ampliando las opciones para ejercitarse.


La Universidad de Guadalajara identificó 45 posibles formas en que los mexicanos se ejercitan. Entre ellas están entrenamientos en casa con apoyo por internet, clases en línea a través de streaming, actividades como dance fitness y gimnasios sostenibles que cuidan el medio ambiente. Esto demuestra que el sector fitness en México sabe adaptarse a los cambios y a lo que la gente realmente busca para mantenerse activa.


Además, la demanda de entrenadores certificados y programas personalizados creció, con la finalidad de ofrecer rutinas seguras y adaptadas a cada persona.




En este ambiente, para muchos el gimnasio no es solo un lugar para ejercitarse, sino un espacio social y emocional. Aarón Zaldivar, quien lleva dos años entrenando, comparte: "Muchas veces me he sentido inconforme con mi cuerpo, pero manejo esa presión viendo mi progreso. No solo el cambio físico, también el peso que antes pensaba que jamás podría levantar".


Este tipo de experiencias reflejan cómo la actividad física también influye en la motivación y la autoestima.


La interacción social, según el mismo libro, tiene un papel importante. Los gimnasios funcionan como puntos de encuentro donde se construyen amistades y redes de apoyo, y donde la aspiración a formar parte de un grupo que valora el cuidado personal motiva a mantener hábitos saludables.


Cuando la estética eclipsa la salud




A pesar de que el objetivo principal del fitness debería ser la salud, en varios contextos la estética ha tomado protagonismo.


Un ejemplo es la investigación publicada en la revista Clinical Neuropsychiatry. Este estudio identifica la dismorfia muscular como una preocupación obsesiva por no verse lo suficientemente musculoso, incluso en personas con gran desarrollo físico. De los participantes analizados, el 37.8% estaba en riesgo de padecerla, y quienes la presentaban entrenaban más días a la semana y consumían más esteroides y suplementos.




La investigación también concluye que el perfeccionismo es un factor clave que conecta la vulnerabilidad emocional con este trastorno.


Para algunos, la búsqueda del "cuerpo perfecto" es una forma de enmascarar inseguridades profundas. José Ángel Alcalá, con cuatro meses en el gimnasio, reconoce que esa presión existe: "Es normal en algún punto, pero me di cuenta de que los físicos de redes son muy difíciles o imposibles de alcanzar. La clave es no compararte con nadie, solo contigo mismo".


Elena Ríos, de 24 años, vive algo similar: "A veces siento que no avanzo lo suficiente o que no estoy al nivel de otros. Pero trato de recordarme que cada persona tiene su propio ritmo".


Su experiencia coincide con lo que el estudio advierte: que la presión social y los estándares irreales pueden derivar en frustración, inconformidad y problemas de autoestima.


El lado menos visible del fitness




Aunque las aplicaciones, clases virtuales y entrenamientos en casa han hecho que el ejercicio sea más accesible, persisten obstáculos importantes.


El INEGI reporta que las principales barreras para practicar ejercicio incluyen falta de tiempo (41.6%), problemas de salud (16.9%) y cansancio por trabajo (16.1%), mostrando desigualdades en el acceso a la actividad física


La brecha digital limita el acceso de personas mayores o con bajos recursos a estos servicios. A esto se suma la percepción de que el fitness es un lujo, pues implica gastos en membresías, ropa deportiva o suplementos.




Otro desafío es la falta de regulación. El libro de la Universidad de Guadalajara señala que el sector carece de un marco legal integral, lo que facilita la presencia de instructores sin formación profesional. Esto no solo pone en riesgo a los usuarios, sino que también afecta la credibilidad y el valor de la profesión.


En muchos gimnasios, el sobreentrenamiento, las dietas extremas y el uso de sustancias sin supervisión son prácticas frecuentes. Estas pueden provocar lesiones graves, daños irreversibles o, en casos extremos, la pérdida de la salud que supuestamente se busca cuidar.


La cultura fitness, además, está inmersa en la lógica del consumismo. La industria promueve constantemente productos, servicios y accesorios como imprescindibles para "mejorar" el cuerpo, desviando el foco de la salud hacia la apariencia y la moda. Esto crea un ciclo en el que la persona no solo entrena, sino que también se convierte en consumidora habitual de la industria.




En definitiva, la cultura fitness en México ofrece una amplia gama de beneficios que van desde una mejor condición física hasta un impacto positivo en la salud emocional y social de quienes la practican.


Sin embargo, su crecimiento acelerado también trae consigo riesgos que no deben pasarse por alto, especialmente cuando la práctica se realiza de manera desinformada o con objetivos poco realistas.


Encontrar un equilibrio entre la motivación, la disciplina y la información confiable es clave para que el fitness sea una herramienta real de bienestar y no una fuente de problemas físicos o emocionales.


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