La reciente detención de 17 presuntos sicarios, entre ellos 12 colombianos, ha encendido las alertas sobre la participación de extranjeros en el crimen organizado en México.
Estas personas están relacionadas con la explosión de una mina terrestre que mató a ocho elementos de la Guardia Nacional el pasado 28 de mayo, en una zona limítrofe entre Michoacán y Jalisco.
El ataque, que ocurrió en una región con fuerte presencia del narcotráfico, ha revelado un nuevo nivel de sofisticación y peligrosidad en los métodos utilizados por los grupos criminales.
El Ejército mexicano ha señalado que en esa zona operan principalmente el Cártel de Los Reyes y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), dos organizaciones que mantienen una disputa violenta por el control del territorio.
Tras el atentado, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, afirmó que en el ataque participaron exmilitares colombianos, y que incluso algunos estarían en activo. "Estamos exportando mercenarios a la mafia", declaró. Según Petro, la mayoría de los responsables detenidos por el Ejército mexicano tienen formación militar en su país.
Frente a estos señalamientos, autoridades mexicanas han confirmado que en las recientes detenciones hubo personas de nacionalidad colombiana, aunque han evitado dar detalles sobre si se trata específicamente de exmilitares o mercenarios. La información más precisa será proporcionada en próximos días por la Secretaría de Seguridad.
Ante la gravedad del caso, ambos países han comenzado a fortalecer su colaboración en materia de seguridad. Desde hace algunos meses, México y Colombia han sostenido reuniones de alto nivel para compartir información y coordinar acciones frente a este tipo de amenazas transnacionales.
El caso también ha puesto sobre la mesa un fenómeno preocupante: el reclutamiento de exmilitares extranjeros por parte de cárteles mexicanos. Esta dinámica no solo representa un riesgo mayor para las fuerzas de seguridad, sino que también podría marcar una nueva etapa en la evolución del crimen organizado en el país.
La cooperación entre México y Colombia será clave para enfrentar este desafío. Mientras tanto, la violencia en estados como Michoacán y Jalisco continúa, alimentada por conflictos entre cárteles y nuevas formas de operar que requieren una respuesta cada vez más coordinada y efectiva.