Durante septiembre, los precios de la carne se dispararon en todo el país, afectando directamente el bolsillo de las familias mexicanas.
El aumento más notable fue el de la carne de res, que encareció 18.5% en comparación con el mismo mes del año pasado, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Esta alza representa el mayor incremento en una década, ya que no se registraba un aumento superior a 18% desde mayo de 2015.
Los cortes más afectados fueron las chuletas y costillas, que subieron 19.4%, seguidas del retazo con un incremento de 19%. El bistec, uno de los productos más consumidos, cuesta hoy 18.7% más que hace un año, mientras que la carne molida aumentó 17.7% y los cortes especiales 15.7%.
En promedio, el precio de la carne de res llegó a 214 pesos por kilo durante el mes patrio, de acuerdo con el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA).
Expertos del GCMA explicaron que el encarecimiento se debe a una combinación de factores: una demanda creciente, un mercado interno restringido y la suspensión de exportaciones hacia Estados Unidos, lo que ha alterado el equilibrio entre oferta y consumo.
"El sector bovino enfrenta un escenario de oferta limitada y precios históricamente altos, donde la recuperación dependerá de factores sanitarios, climáticos y de política comercial", señaló el organismo.
Uno de los principales problemas que ha afectado al sector es la presencia del gusano barrenador, un parásito que ataca al ganado y que ya se ha detectado en 10 estados del país, incluido Querétaro. Esta situación ha obligado a detener las exportaciones de becerros en pie hacia Estados Unidos, generando pérdidas para los productores nacionales.
De acuerdo con cifras del Banco de México (Banxico), las exportaciones de carne bovina congelada también van a la baja. Entre enero y agosto de este año, el país vendió al extranjero carne por 128 millones de dólares, 5.2% menos que en el mismo periodo de 2024, lo que representa el nivel más bajo desde 2018.
Aunque las restricciones han provocado un aumento del hato ganadero en las unidades de producción, esto no ha significado una reducción de precios al consumidor. Por el contrario, el costo de los insumos y las afectaciones sanitarias han mantenido los precios altos, especialmente en los mercados urbanos.
El incremento en los precios ha impactado directamente en el consumo. Datos del Consejo Mexicano de la Carne (Comecarne) revelan que los hogares con menores ingresos (agrupados en el primer decil de la población) compraron en promedio 1.9 kilos de proteína cárnica a la semana entre agosto y octubre de este año, una cifra menor respecto a 2022.
La carne de res continúa siendo el segundo producto cárnico más consumido en México, con 22% de las compras de los hogares, solo detrás del pollo, que concentra 43%.
Sin embargo, con los actuales niveles de inflación y los problemas en el sector ganadero, cada vez más familias optan por sustituirla por opciones más económicas como el cerdo o las carnes frías, que representan 16% del consumo total.