Qué pasaría si: Necesitaras de un permiso para tener hijos
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Qué pasaría si: Necesitaras de un permiso para tener hijos


Imagina que tener un hijo dejara de ser un deseo personal y se convirtiera en un trámite que requiere la aprobación del gobierno



Ya no bastaría con la ilusión o la planificación familiar: ahora tendrías que demostrar estabilidad emocional, un hogar seguro, ausencia de violencia y un ingreso mínimo garantizado para asegurar una vida digna a ese bebé que aún no nace.


Suena extremo, casi distópico.


Pero la historia ya ha visto de todo: desde campañas de persuasión masiva hasta controles férreos donde el Estado decide quién puede reproducirse y quién no. Y aunque México nunca ha llegado a esos extremos, sí ha vivido momentos donde la política pública moldeó la maternidad y la paternidad.


Con ese escenario sobre la mesa surge una pregunta incómoda, pero inevitable:



¿Qué pasaría si necesitaras un permiso para tener hijos?



Cuando México decidió bajar la natalidad

La idea divide opiniones: para algunos sería un Estado metido hasta la médula en las decisiones íntimas; para otros, una herramienta para ordenar problemas como la pobreza, el abandono infantil o la inseguridad.


Pero no es un escenario tan ajeno a nuestra historia.


A principios de los años sesenta, México vivía un crecimiento poblacional explosivo que amenazaba el desarrollo económico. Surgió entonces una de las campañas más recordadas del país: "La familia pequeña vive mejor", impulsada por el Consejo Nacional de Población (Conapo).



Eran tiempos de anuncios en radio, televisión y talleres comunitarios que buscaban convencer a las familias de limitar el número de hijos



No fue una prohibición, pero sí una presión social sin precedentes? y funcionó.

  • En 1970, las mujeres mexicanas tenían en promedio 6.8?7 hijos.

  • Para 1990, esa cifra había caído a 2 hijos.


Esa transición cambió casi todo: el tamaño de los hogares, la forma de entender la infancia, los proyectos de vida y las aspiraciones económicas.


Y el cambio siguió. En 2024, México llegó a 1.6 hijos por mujer, un nivel similar al de países donde sí existieron controles estrictos.



Es decir: incluso sin permisos, la natalidad mexicana ya está en mínimos históricos



Lo que enseñan otros países cuando el Estado decide

Para imaginar un futuro con permisos obligatorios, basta mirar experiencias reales:

  • China y el costo de frenar nacimientos


La política del hijo único (1979?2015) logró reducir la fecundidad a niveles similares a los de México actual, pero dejó heridas profundas:

-Una población que envejece aceleradamente,

-Un déficit de mujeres de entre 30 y 40 millones,

-Presiones económicas por falta de jóvenes que sostengan sistemas de pensiones.



Hoy China ruega a sus ciudadanos que tengan más hijos... y muchos no quieren o no pueden.



  • Perú y Estados Unidos: cuando el control toca la coerción

En Perú, más de 270 mil mujeres -en su mayoría indígenas- fueron esterilizadas a la fuerza durante los noventa.


En Estados Unidos, programas eugenésicos esterilizaron a unas 60 mil personas durante el siglo XX.


Ambos casos dejaron secuelas psicológicas, desigualdades raciales y demandas que siguen abiertas.



La lección es clara: cuando el Estado regula la reproducción sin derechos humanos por delante, los daños trascienden generaciones



¿Y si México exigiera un permiso para tener hijos?

Con una población de más de 130 millones y una fecundidad ya cercana a 1.6, imponer requisitos como ingresos mínimos, vivienda estable o estudios completos excluiría a buena parte del país.


Según Coneval, casi 38 millones de personas viven en pobreza. Es decir: no calificarían.


Las consecuencias serían profundas:

  • Desigualdad demográfica.- Solo quienes tengan privilegios económicos podrían reproducirse legalmente. La reproducción se convertiría en un filtro social donde unos grupos "permanecen" y otros se van extinguiendo.

  • Aceleración del envejecimiento.- Conapo estima que podríamos caer a 1.4 hijos por mujer para 2030. Un permiso estatal podría empujar esa cifra incluso más abajo, debilitando la fuerza laboral y aumentando la carga sobre pensiones y cuidados.

  • Impacto económico directo.- Con ingresos mensuales promedio cercanos a 27 mil pesos por hogar, muchas familias ya están al límite. Agregar trámites, requisitos y costos convertiría la crianza en un lujo. Un país con menos jóvenes también tendría menos consumo, menos innovación y menor crecimiento.



Así mismo, choques culturales y psicológicos, puesto que la familia ocupa un lugar central en la identidad mexicana. Limitarla por decreto podría generar resistencia social, desconfianza hacia el Estado e incluso migración interna para evadir controles



El permiso que ya existe sin estar escrito

Aunque no haya leyes que lo determinen, miles de jóvenes mexicanos sienten que necesitan "autorización" para tener hijos: salarios bajos, rentas inaccesibles, empleos inestables, falta de guarderías, crisis climática.


Esas son las barreras reales.


En 2024, los nacimientos cayeron más de 8%, y la mitad de las mujeres en edad fértil no tiene hijos.



La economía ya tomó un papel regulador silencioso



Entre la utopía y la advertencia

Quizás el verdadero permiso no lo otorga una oficina gubernamental, sino el ingreso, la estabilidad y la esperanza de futuro.


Si la posibilidad de tener hijos depende únicamente de quienes pueden costearlo, México arriesga un país fragmentado entre quienes pueden seguir su historia familiar y quienes no.


En todo caso, si el país quiere recuperar nacimientos sin repetir errores del pasado, las políticas deben ser voluntarias y centradas en derechos humanos: apoyos económicos, vivienda accesible, empleos dignos, licencias de maternidad y paternidad, servicios de cuidado.



La pregunta final es inevitable: ¿Queremos un país que controle quién nace o uno que garantice que cualquier niño que llegue tenga oportunidades para vivir bien?

 


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