México es uno de los países más expuestos del mundo al paso de ciclones tropicales.
Su ubicación geográfica entre los océanos Pacífico y Atlántico lo convierte en blanco frecuente de tormentas, depresiones tropicales y huracanes.
Según datos del Sistema Nacional de Protección Civil (SINAPROC), entre 1970 y 2021 se formaron 1,697 ciclones tropicales, y 270 de ellos tocaron territorio mexicano. El impacto no es parejo: estados como Baja California Sur, Veracruz, Sinaloa, Quintana Roo, Tamaulipas y Sonora son los más afectados.
Particularmente, los meses de septiembre y octubre son considerados de alto riesgo, pues la transición climática provoca trayectorias erráticas y mayor intensidad en los fenómenos.
Un huracán puede alcanzar un diámetro de 1,000 kilómetros, una altura de 10 kilómetros y vientos de más de 200 km/h, incluso con ráfagas que superan los 400 km/h. A pesar de ello, México no había registrado el impacto directo de un huracán categoría 5 (con vientos superiores a 250 km/h) hasta la llegada del huracán Patricia en 2015 y, más recientemente, el devastador huracán Otis en 2023.
Estos fenómenos, exacerbados por el cambio climático, han generado daños severos y múltiples pérdidas humanas. Frente a este contexto, la prevención es esencial.
¿Qué significa cada color de alerta ciclónica?
El Sistema de Alerta Temprana para Ciclones Tropicales (SIAT-CT) establece cinco niveles de alerta, representados por banderines de colores: azul, verde, amarilla, naranja y roja, que indican el nivel de peligro y las acciones que deben seguir tanto la población como las autoridades.
Este sistema es difundido por medios oficiales, perifoneo, radios comunitarias y señalizaciones visuales, y tiene como objetivo brindar información clara y oportuna para reducir los riesgos ante el impacto de un huracán.
Este sistema permite que las acciones sean escalonadas y adecuadas a cada fase del ciclón. La coordinación entre instituciones y la participación activa de la población son claves para reducir los daños. Como lo han demostrado eventos recientes, entender y seguir cada nivel del SIAT-CT puede salvar vidas.
Antes del huracán: Planificación y preparación familiar
El primer paso para estar protegido es establecer un Plan de Protección Civil familiar.
Según el SINAPROC, este debe incluir tareas específicas para cada miembro del hogar, designar zonas seguras para resguardar animales y herramientas, revisar y reparar techos o ventanas, y resguardar fertilizantes o insecticidas en lugares seguros. También es importante contar con transporte para personas enfermas o con discapacidad y acordar un punto de reunión en caso de evacuación.
Además, se recomienda preparar un paquete de emergencia que contenga: un botiquín de primeros auxilios, radio portátil con baterías, linterna, alimentos enlatados, agua purificada en botellas bien tapadas, y documentos personales en bolsas de plástico (actas, identificaciones, CURP, cartillas del IMSS).
Si la casa está fuera de zona de riesgo y es estructuralmente segura, se deben asegurar los objetos que puedan volar, guardar herramientas sueltas, retirar antenas, limpiar desagües y sellar el pozo de agua para evitar contaminación.
En estados como Jalisco, el Protocolo de actuación de Protección Civil publicado por FOVISSSTE recomienda mantenerse informado por radio y televisión, limpiar azoteas, cortar ramas peligrosas, tener lista una caja de herramientas y conocer los albergues habilitados por las autoridades.
Además, es necesario contar con teléfonos de emergencia, medicamentos adicionales si hay enfermos en casa, y conocer el Plan de Emergencia local.
Durante el impacto: Seguir la alerta oficial
El paso de un huracán es la etapa más peligrosa.
El SINAPROC menciona que si se decide permanecer en casa, se deben cerrar puertas y ventanas, colocar cinta adhesiva en forma de X sobre los vidrios para evitar astillas, y mantener a todos alejados de zonas con riesgo de ruptura.
Se recomienda no usar velas, sino lámparas de pilas, y mantener la radio encendida para seguir recibiendo instrucciones. También se debe vigilar el nivel del agua cerca de la casa y no acercarse a postes o cables eléctricos.
Si las autoridades ordenan la evacuación, se debe actuar con calma, cerrar el suministro de agua, gas y luz, desconectar aparatos eléctricos y llevar únicamente lo indispensable.
Es importante resguardar la vivienda lo mejor posible, comunicar la salida a familiares o vecinos, y trasladarse a un refugio temporal previamente identificado. El mensaje oficial puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte, por lo que no debe ignorarse.
Después del huracán: Mantenerse alerta y ayudar a otros
Una vez que el huracán ha pasado, es fundamental seguir escuchando las indicaciones oficiales.
No se debe regresar a la vivienda si está ubicada en zona afectada hasta que Protección Civil lo autorice. Se deben revisar los alimentos antes de consumirlos, evitar el agua contaminada y vigilar que no haya fugas de gas o riesgo de cortocircuito. Los aparatos eléctricos sólo deben encenderse si están completamente secos.Si la vivienda sufrió daños graves, no se debe permanecer dentro.
Las autoridades federales, a través de dependencias clave, activan planes especiales de auxilio cuando se emite una alerta por huracán. Estos planes forman parte del PLAN MX, un instrumento técnico-operativo que coordina la respuesta del Estado Mexicano ante emergencias.
Por ejemplo, la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) pone en marcha el Plan DN-III-E, diseñado para brindar auxilio inmediato a la población afectada por desastres naturales.
Este plan incluye evacuación de zonas de riesgo, rescate de personas atrapadas, distribución de víveres y operación de refugios temporales. También proporciona maquinaria pesada para remover escombros y despejar caminos bloqueados.
La Secretaría de Marina (SEMAR) aplica el Plan MARINA, con acciones similares enfocadas en comunidades costeras. La Marina se encarga de identificar zonas vulnerables, organizar evacuaciones, apoyar en el rescate de personas y garantizar la seguridad en puertos y áreas marítimas.
Por su parte, la Guardia Nacional (GN) activa el Plan GN-A, centrado en brindar asistencia a la población, mantener el orden público durante la emergencia y colaborar en las tareas de evacuación y resguardo.
La Comisión Federal de Electricidad (CFE) despliega brigadas para revisar y restablecer el suministro eléctrico, especialmente en hospitales, albergues y sistemas de agua potable. Estas cuadrillas priorizan zonas críticas para evitar mayores afectaciones a la infraestructura básica.
La Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) también participa activamente a través de sus Brigadas de Protección a la Infraestructura y Atención de Emergencias (PIAE), distribuidas en 21 Centros Regionales. Evalúan presas, ríos y canales, realizan desazolves y supervisan el comportamiento del agua para reducir el riesgo de inundaciones severas.
Cada una de estas dependencias cumple una función específica en las fases de prevención, auxilio y recuperación, trabajando de forma coordinada bajo el marco del Sistema Nacional de Protección Civil (SINAPROC).
Así, cuando un ciclón se aproxima, no sólo se trata de emitir alertas: detrás hay una estructura organizada para responder de inmediato y proteger vidas.
Refugios temporales: Resguardo y atención en momentos críticos
Los refugios temporales son fundamentales cuando una vivienda ya no es segura o se encuentra en una zona de alto riesgo.
Según Protección Civil, estos lugares ofrecen alojamiento, abrigo, alimentos, atención médica y seguridad. Pueden instalarse en escuelas, centros comunitarios, gimnasios o en estructuras diseñadas especialmente para huracanes. También hay refugios prefabricados y, en zonas específicas.
Un refugio temporal debe contar con baños, agua potable, áreas de descanso, alimentos no perecederos y medios de comunicación. Su acceso es gratuito y son gestionados por los tres niveles de gobierno.
En el caso de Acapulco, el Plan de Contingencias para Ciclones Tropicales del municipio ha identificado más de 100 albergues, ha pintado rutas de evacuación y capacita comités vecinales.
Nadie se queda fuera: Proteger también a los animales
Durante una emergencia por huracán, es importante recordar que la protección no solo debe enfocarse en las personas.
El Plan Familiar de Protección Civil, promovido por el SINAPROC, recomienda incluir también a los animales domésticos, de trabajo o de granja. Esto implica tomar medidas específicas para su seguridad y bienestar.
Para las mascotas, se debe preparar un lugar seguro dentro de la vivienda o, si se planea evacuar, asegurarse de llevarlas consigo al refugio, si este lo permite. Se recomienda tener una jaula, transportadora o correa, así como alimento, agua y documentos veterinarios básicos en una mochila de emergencia para animales. También es importante evitar dejarlas amarradas o sueltas en zonas abiertas, donde puedan resultar heridas o quedar atrapadas.
En comunidades rurales, las autoridades y familias que se dedican al cuidado de ganado o animales de trabajo deben trasladarlos a corrales seguros, lejanos a cauces de ríos o zonas de deslave.
Respecto a los animales callejeros, algunos municipios han integrado brigadas que colaboran con refugios y asociaciones civiles para brindar resguardo temporal a perros y gatos que deambulan por las calles.
Aunque no siempre hay capacidad suficiente, la coordinación con organizaciones locales ha permitido atender a algunos durante contingencias severas, como ocurrió tras el paso del huracán Otis.
Cuidar a los animales es parte de una estrategia integral de protección. Tal como lo indica el SINAPROC, planear con anticipación no solo salva vidas humanas, también ayuda a que los seres vivos más vulnerables no queden desprotegidos ante la fuerza de un ciclón.
Secuelas de los huracanes
A pesar de las medidas de prevención, los huracanes pueden dejar secuelas emocionales y materiales muy profundas.
El huracán Otis, que impactó Acapulco en 2023 como categoría 5, dejó casi 70 muertos y arrasó con miles de viviendas.
Anastacia Fierro, vecina del barrio Luces del Mar, perdió no solo su casa, sino también a su hijo mayor de 23 años. "Perder un hijo no es algo fácil. Lo extraño mucho", expresó con dolor. Aunque fue reubicada, sigue batallando para adaptarse: "Mi casa quedó muy destruida, casi nada quedó. Mi vida no ha sido nada fácil".
Freddy Martínez Pastrana también vivió la tragedia. Su casa quedó inhabitable y su familia sufrió pérdidas humanas. "A un año de la tragedia, seguimos solicitando la demolición. Caminamos por allí y recordamos lo que sucedió, el temor siempre va a existir", dijo. Su historia, como la de muchos otros sobrevivientes, fue documentada por Meganoticias y refleja el trauma que un fenómeno natural puede dejar, incluso mucho tiempo después.
México cuenta con planes, protocolos y personal capacitado para enfrentar huracanes, pero la responsabilidad también recae en la población.
Tener un plan familiar, preparar un kit de emergencia, conocer los refugios disponibles y atender las indicaciones del Sistema de Alerta Temprana puede marcar la diferencia. Las autoridades han diseñado estrategias como el PLAN MX, que agrupa los esfuerzos de todas las instituciones del país en torno a una misma meta: proteger vidas.
Prepararse ante un huracán no debe verse como una opción, sino como una responsabilidad colectiva. Los refugios temporales, las brigadas de rescate, los banderines de alerta y las mochilas de emergencia no son recursos lejanos: son herramientas reales que salvan vidas. Y aunque no podemos evitar que los ciclones lleguen, sí podemos reducir su impacto al mínimo.