En lo que va de 2025, al menos 199 policías han sido asesinados en México, lo que equivale a un promedio alarmante: uno por día.
Así lo advierte la organización civil Causa en Común, que lleva años documentando los riesgos que enfrentan quienes integran las corporaciones de seguridad en todo el país
Este número representa un aumento del 35 % respecto al mismo periodo del año pasado. En 2024, del 1 de enero al 25 de junio, la misma organización contabilizó 147 homicidios de policías.
¿Dónde ocurre con más frecuencia?
Entre los estados que más policías han perdido entre enero y junio de 2025 destacan:
Durante la semana del 20 al 26 de junio, por ejemplo, se registraron cinco homicidios más en Baja California Sur, Guanajuato, Guerrero, Michoacán y Ciudad de México. La violencia no distingue región: se expande del norte al sur y de la costa al centro del país
La herencia y el presente
Desde que Claudia Sheinbaum asumió la presidencia en octubre de 2024, al menos 293 policías han sido asesinados, según el conteo de Causa en Común.
Esto ocurre en un contexto donde el nuevo gobierno ha prometido reformar el sistema de seguridad pública, pero los efectos, si llegan, aún no alcanzan a blindar a quienes están en primera línea.
En comparación, durante todo el sexenio de Andrés Manuel López Obrador (2018-2024) se registraron 2,456 asesinatos de policías, lo que equivale a más de uno por semana durante seis años
Una violencia que no se detiene
El informe también resalta otro dato preocupante: en 2024 se contabilizaron al menos 320 policías asesinados, una media de seis por semana. Esto sugiere que la violencia contra las fuerzas del orden no solo no ha disminuido, sino que ha escalado en ritmo e intensidad.
Para Causa en Común, esto no solo refleja una grave falta de condiciones laborales y de protección para el personal policial, sino también una señal de alarma sobre el debilitamiento institucional en varios niveles del Estado mexicano.
La violencia contra policías rara vez genera el mismo eco que otros hechos violentos. Muchas veces se normaliza. Pero cada policía asesinado representa una familia que pierde a su sostén, una comunidad que pierde a un agente de enlace, y un sistema que se debilita aún más.
En un país donde la seguridad es un tema central, proteger a quienes nos protegen debería ser prioridad nacional. Y aún está pendiente responder:
¿qué políticas, qué presupuestos, qué estructuras harán posible que ser policía en México no sea una sentencia de muerte?