La tensión entre Rusia y Estados Unidos aumentó este jueves después de que el presidente ruso, Vladímir Putin, advirtiera que podría poner fin a la moratoria mundial de ensayos nucleares, luego de que el mandatario estadounidense, Donald Trump, ordenara reanudar estas pruebas.
El anuncio marca un giro preocupante en las relaciones entre ambas potencias, que no realizaban pruebas de este tipo desde principios de los años noventa.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, acusó a Occidente de mantener una "histeria militarista antirrusa" tras las declaraciones de Putin, quien pidió al Gobierno ruso estudiar la posibilidad de reanudar los ensayos. En solo dos semanas, los líderes de Rusia y Estados Unidos pasaron de planear una cumbre en Budapest a retomar una retórica nuclear que no se escuchaba desde el final de la Guerra Fría.
Trump, por su parte, justificó su decisión asegurando que busca realizar pruebas "en igualdad de condiciones con Rusia y China". "Realmente odio hacerlo, pero no tengo opción", afirmó el mandatario estadounidense. Sin embargo, su secretario de Energía, Chris Wright, aclaró que las pruebas mencionadas no serían explosivas, sino ensayos de sistema, lo que ha generado confusión sobre el alcance real de la medida.

El Consejo de Seguridad de Rusia se reunió de emergencia en el Kremlin, en un encuentro que analistas calificaron como un acto simbólico destinado a enviar un mensaje tanto a Washington como al pueblo ruso. Durante la reunión, varios altos funcionarios, incluido el ministro de Defensa, respaldaron la reanudación de pruebas nucleares. Putin optó por mantener la moratoria mientras Estados Unidos haga lo mismo, aunque solicitó un informe sobre la viabilidad técnica y política de retomar los ensayos.
De acuerdo con expertos militares, reanudar las pruebas podría requerir meses o incluso años de preparación, pese a que Rusia mantiene activo el polígono de Nueva Zembla, en el Ártico, donde realizó su última detonación en 1990. Estados Unidos, en tanto, efectuó su más reciente prueba en 1992 en el desierto de Nevada.
La creciente tensión también se enmarca en la negativa de Estados Unidos a renovar el tratado START III, el último acuerdo de desarme nuclear vigente entre ambas naciones, que expira en febrero. Este tratado ha sido uno de los pilares para limitar el número de armas estratégicas y promover la transparencia entre las dos mayores potencias nucleares del mundo.
Según un sondeo encargado por el Kremlin, el 83% de los rusos se dicen "cansados" de la guerra en Ucrania, por lo que analistas creen que el discurso de Putin busca reavivar el nacionalismo y justificar el conflicto, presentando a Occidente como una amenaza constante. "Hace mucho que el chantaje nuclear forma parte de la política exterior rusa", señaló el opositor Gari Kaspárov.
Aunque los expertos coinciden en que esta nueva escalada se trata principalmente de una "guerra de nervios", el riesgo de errores o malentendidos entre ambas potencias genera inquietud en la comunidad internacional. Con los ecos de la Guerra Fría más presentes que nunca, el futuro del control nuclear global vuelve a quedar en una situación de alta incertidumbre.