La vida en México ha cambiado. Atrás quedaron esas tardes entre semana compartidas con la familia, las visitas a los abuelos que esperaban con tu comida favorita lista y la telenovela de fondo. Momentos simples, sin notificaciones que nos robaran la atención, sin la urgencia de "aprovechar el tiempo".
Hoy, el tiempo libre parece un lujo. El crecimiento acelerado de las ciudades convierte cada traslado en una travesía; las jornadas laborales se extienden o duplican para alcanzar un costo de vida cada vez más alto; y, por si fuera poco, las redes sociales y la publicidad nos bombardean con ideales de éxito, belleza y productividad.
Vivimos en una carrera constante por cumplir metas económicas, personales o estéticas... muchas de ellas impuestas
Así, nos entregamos a ritmos intensos: dos trabajos, cero pausas, fines de semana llenos de tareas. Y cuando aparece un rato libre, lo sabotea la culpa.
Descansar se ha vuelto sinónimo de flojera. Hacer "nada" parece imperdonable. Incluso el ocio tiene que ser "productivo": leer, aprender algo nuevo, hacer ejercicio, emprender.
Las razones son muchas, pero la consecuencia es una: estamos perdiendo la capacidad de descansar sin culpa. La agitación desmedida de estar siempre haciendo algo nos consume.
Pero, más allá de la sensación, los números también hablan: ¿en qué usa su tiempo el mexicano?
Las horas que se nos escapan
México ocupa el primer lugar entre los países con las jornadas laborales más largas, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
En 2024, se estimó un promedio de 2,207 horas trabajadas al año, lo que equivale a más de tres meses laborales continuos sin descanso.
Y no estamos solos: otros países latinoamericanos también presentan cifras elevadas -como Colombia con 2,194 horas y Chile con 1,994-, pero hay contrastes que dejan pensando. Alemania, por ejemplo, alcanza una alta productividad con solo 1,341 horas anuales.
En teoría, la legislación mexicana establece un máximo de 48 horas laborales por semana. En la práctica, eso rara vez se respeta. Especialmente en el sector informal, que en 2023 representó el 55.6% de la población ocupada.
En muchos casos, los trabajadores llegan a laborar de 9 a 11 horas diarias, sin contar el tiempo que pasan yendo... y viniendo
Ir al trabajo también es trabajar
Y como si las horas frente al monitor o el mostrador no fueran suficientes, también hay que contar el tiempo que se nos va de casa al trabajo... y del trabajo al cansancio.
El traslado diario, para millones de mexicanos, no es solo un recorrido: es otro sacrificio silencioso.
Quienes cuentan con vehículo propio hacen entre 30 y 40 minutos de ida y vuelta en promedio. Pero quienes dependen del transporte público enfrentan otro panorama
Según el informe "América Latina y el Caribe en la mitad del camino hacia 2030", publicado por la CEPAL en 2023, los mexicanos pasan en promedio 71 minutos diarios en transporte público solo para ir y regresar del trabajo.
Eso significa más de seis horas a la semana -sin contar retrasos, tráfico pesado, aglomeraciones o lluvias-. Si a eso le sumamos las 42.4 horas laborales promedio, el total llega a 48.4 horas semanales.
Es decir: el equivalente a seis días completos de ocho horas. Como si el mexicano promedio terminara su semana laboral? y al día siguiente ya estuviera empezando otra sin haber descansado
El otro trabajo que nadie paga
Pero la carga diaria no termina al salir de la oficina o del taller. En casa también se trabaja. Las actividades domésticas representan otra inversión considerable de tiempo cada semana. Así lo demuestra la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (ENUT) 2023, que ofrece un aproximado de lo que implica mantener un hogar.
Entre las tareas que más horas demandan está la preparación y el servicio de alimentos, con un promedio semanal de 9.25 horas. Esta cifra incluye desde cocinar y lavar los trastes, hasta planear menús y preparar loncheras
Las labores de limpieza del hogar -barrer, trapear, ordenar, limpiar baños o ventanas- suman 7.35 horas semanales, lo cual equivale prácticamente a una jornada laboral.
A esto se suman actividades como:
El tiempo libre ya no es tiempo propio
Si sumamos todo: el trabajo formal, los traslados, el trabajo no remunerado, y descontamos unas horas razonables de sueño (7 horas) más 30 minutos de esperas, tráfico o simplemente mirar al vacío, el mexicano promedio termina su día con apenas 12 minutos libres.
Doce. Minutos.
Eso es todo lo que queda. No para pensar, no para vivir mejor. Solo un puñado de minutos que a veces usamos para mirar la pantalla del celular... o para preguntarnos si esto era la vida adulta que queríamos.
¿Y tú? ¿Qué harías con los doce minutos que te quedan?