El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) dio a conocer una nueva actualización de las Líneas de Pobreza (LP), publicada el 12 de noviembre de 2025.
Este indicador sirve para saber si el dinero que ganan las personas en México alcanza para cubrir lo más básico: comer, transportarse, vestirse, tener un techo y acceder a servicios esenciales. En pocas palabras, muestra cuánto cuesta vivir en el país.
De acuerdo con el INEGI, hay dos tipos de líneas de pobreza. La primera se llama Línea de Pobreza Extrema por Ingresos (LPEI), que marca el monto mínimo que una persona necesita para comer durante un mes.
En octubre de 2025, esta cantidad fue de $1,844.15 pesos para quienes viven en el campo y $2,450.01 pesos para quienes viven en ciudades. Esto quiere decir que alguien que vive en una zona rural necesita al menos esa cantidad solo para alimentarse, mientras que una persona en una ciudad requiere casi 600 pesos más para comer lo mismo.

El aumento se debe, principalmente, al alza en los precios de alimentos como el bistec de res, la carne molida, la leche pasteurizada y la comida preparada fuera del hogar. Aunque en las zonas rurales el incremento fue de 2.9%, por debajo de la inflación general de 3.6%, en las ciudades el aumento fue mayor, de 4.3%. En resumen: comer en México sigue siendo cada vez más caro, especialmente en los entornos urbanos.
La segunda medición es la Línea de Pobreza por Ingresos (LPI), que incluye no solo comida, sino también transporte, educación, vivienda y otros gastos básicos. En octubre de 2025, el valor fue de $3,411.88 pesos en el campo y $4,759.91 pesos en las ciudades. Esto significa que una familia de cuatro personas que vive en una zona urbana necesita casi 19 mil pesos al mes solo para cubrir lo básico, sin contar lujos o imprevistos.
El reporte también destaca que la inflación anual fue de 3.6% en octubre de 2025, una baja frente al 4.8% del año pasado. Sin embargo, aunque el número general parece positivo, los precios de los productos básicos siguen subiendo y afectando directamente el bolsillo de las familias. Por ejemplo, mientras la inflación baja, el costo de una comida completa o de los útiles escolares puede seguir aumentando.

Además, el INEGI detectó que los gastos que más subieron fuera de los alimentos fueron los de educación, cultura y recreación, así como cuidados personales y vivienda. Esto significa que no solo cuesta más comer, sino también estudiar, rentar o simplemente mantener un hogar.
En pocas palabras, los nuevos datos del INEGI confirman lo que muchas familias ya sienten día a día: aunque los precios generales parezcan estables, la vida sigue encareciéndose.