El ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino López, acusó a Estados Unidos de librar una "guerra no declarada" en aguas cercanas al Caribe
Según sus palabras, el despliegue militar estadounidense en la región no busca frenar el narcotráfico, como argumenta Washington, sino ejercer presión política contra Caracas
El señalamiento surge tras varios operativos en el mar Caribe, donde al menos tres embarcaciones presuntamente dedicadas al tráfico de drogas fueron atacadas por fuerzas estadounidenses.
En esos incidentes murieron, según datos oficiales de Washington, catorce personas.
Padrino cuestionó que, con el nivel de tecnología y poderío militar de EE.UU., no se lograra una intercepción sin muertes. Señaló las muertes de los presuntos narcotraficantes que no tuvieron derecho a la defensa
Una advertencia al mundo
Durante un encuentro con altos mandos transmitido por la televisora estatal VTV, el ministro pidió a la comunidad internacional -sean aliados o no de Caracas- mantenerse atenta a lo que calificó como un "ataque directo" contra la soberanía venezolana.
El aumento de tensiones se refleja en el despliegue de al menos ocho buques de guerra, un submarino nuclear de ataque rápido y más de 4.500 soldados estadounidenses en la zona.
A ello se suma el envío de cazas F-35B a Puerto Rico, que participan en maniobras conjuntas para reforzar la presencia de Washington en el Caribe.
Como respuesta, Venezuela inició esta semana ejercicios militares en la isla de La Orchila. De acuerdo con Padrino López, estas maniobras buscan elevar la capacidad de reacción ante una eventual agresión
Visiones contrapuestas
Mientras el presidente Nicolás Maduro asegura que la operación estadounidense es un paso para forzar un "cambio de régimen" e instalar un gobierno afín a sus intereses, en Estados Unidos el discurso oficial insiste en que se trata de un esfuerzo contra el narcotráfico.
Incluso Donald Trump salió al paso de las acusaciones y negó haber discutido con su gabinete un plan de intervención para remover a Maduro del poder.
Por ahora, la disputa se libra en dos frentes: el militar, con despliegues en la región, y el diplomático, con discursos que se cruzan y versiones que difícilmente convergen