El suicidio constituye una de las principales problemáticas de salud pública a nivel mundial. Según la Organización Mundial de la Salud , cada año más de 700,000 personas mueren por esta causa, representando una pérdida profunda para familias, comunidades y naciones. Si bien el fenómeno del suicidio es universal, su manifestación varía significativamente dependiendo de diversos factores como la ubicación geográfica, las condiciones demográficas, la edad y el sexo de las personas. Comprender estas variaciones es fundamental para el diseño de estrategias de prevención eficaces, culturalmente pertinentes y contextualizadas.
Las tasas de suicidio muestran amplias diferencias entre regiones del mundo. En general, se observa que: Las regiones con mayores tasas son Europa del Este, Asia Oriental y algunos países de África. Los factores como crisis económicas, alta prevalencia de consumo de alcohol, deterioro del tejido social y escaso acceso a servicios de salud mental contribuyen a estas cifras.
Por otro lado, las regiones con menores tasas son: Algunas zonas de América Latina, el Mediterráneo Oriental y el Caribe registran cifras más bajas, aunque en ascenso, especialmente entre jóvenes.
La edad tambien es un factor determinante en la incidencia del suicidio: Adolescentes y jóvenes de15 a 29 años presentan un creciente número de casos en varios países. La presión académica, el acoso escolar, el desempleo juvenil, las expectativas sociales, el uso problemático de redes sociales y la falta de atención psicológica oportuna son factores relevantes.
Por otra parte los adultos mayores de 60 años o más: A menudo presentan las tasas más altas de suicidio consumado. Entre los factores de riesgo destacan la soledad, enfermedades crónicas, pérdida de seres queridos, percepción de carga familiar y depresión no tratada.
Las tasas de suicidio entre poblaciones indígenas o grupos étnicos marginados suelen ser más altas, debido a una combinación de discriminación estructural, pobreza, pérdida de identidad cultural y acceso limitado a servicios adaptados a sus contextos socioculturales.
Existe una marcada diferencia en la conducta suicida entre hombres y mujeres: Generalmente, los hombres presentan una mayor tasa de suicidios consumados, debido al uso de métodos más letales y a una menor búsqueda de ayuda profesional. Factores como la presión social por "ocultar" vulnerabilidades emocionales o adherirse a estereotipos de masculinidad influyen notablemente.
Aunque las mujeres intentan suicidarse con mayor frecuencia que los hombres, lo hacen comúnmente mediante métodos menos letales, como la intoxicación por medicamentos. No obstante, las tasas de depresión y ansiedad suelen ser más altas entre mujeres, lo que requiere intervenciones adecuadas en salud mental con enfoque de género.
Cada región y grupo poblacional enfrenta riesgos particulares, por lo que las políticas públicas y estrategias de prevención deben ser culturalmente sensibles, basadas en evidencia y articuladas entre sectores educativos, sanitarios y comunitarios. Promover el acceso equitativo a la salud mental, reducir el estigma y generar espacios seguros de escucha son pasos fundamentales para reducir la incidencia del suicidio a nivel global.