En las últimas décadas, las relaciones en unión libre han dejado de ser una excepción para convertirse en una forma de convivencia cada vez más aceptada y frecuente entre las parejas mexicanas.
Este fenómeno refleja un cambio profundo en las formas de entender el amor, el compromiso y la vida en pareja. Mientras los matrimonios por el civil o religioso muestran una tendencia a la baja, muchas personas optan por vivir juntas sin pasar por el altar.
A nivel nacional, datos del INEGI revelan que alrededor del 19 por ciento de la población vive en unión libre.
En el Estado de México, esta tendencia también se ha consolidado. De acuerdo con los últimos datos del Consejo Estatal de Población (COESPO) correspondientes a 2022, se registraron 884 mil 575 parejas viviendo en unión libre, en su mayoría jóvenes que han decidido formar una vida en común sin necesidad de formalizarla legal o religiosamente.
Las dinámicas familiares también han cambiado con el aumento de parejas que eligen la unión libre, pero esto no implica una falta de compromiso. Por el contrario, muchas de estas relaciones se basan en acuerdos sólidos, respeto mutuo y proyectos de vida en común, sin necesidad de una ceremonia formal que lo respalde. La decisión de no casarse responde, en muchos casos, a una búsqueda de mayor libertad y autonomía dentro de la relación.
Actualmente, muchas personas deciden vivir juntas sin pasar por el altar, impulsadas por motivos económicos, sociales o por una concepción distinta de lo que implica formar una vida en pareja. Esta forma de convivencia, conocida como unión libre o concubinato, no solo refleja una transformación en las estructuras familiares tradicionales, sino que también está reconocida legalmente. Las parejas que viven en esta condición pueden solicitar una constancia o acta de concubinato, documento que acredita su estado civil y les otorga derechos y obligaciones similares a los del matrimonio.