La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, expresó su desacuerdo con la decisión del gobierno de Estados Unidos de imponer una nueva cuota compensatoria del 17.09% a las importaciones de jitomate mexicano.
Esta medida se da tras la salida oficial de Washington del Acuerdo de Suspensión de Jitomate, que había estado vigente durante 28 años para evitar una investigación por prácticas de comercio desleal.
Durante su conferencia matutina, la mandataria afirmó que esta acción ya se había probado en el pasado con resultados negativos tanto para la economía como para los consumidores estadounidenses.
El jitomate es un producto clave para ambos países. De acuerdo con el Consejo Nacional Agropecuario, México abastece nueve de cada diez jitomates que importa Estados Unidos, lo que representa el 55% de todo su consumo.
Además, dos de cada tres jitomates que se consumen allá son cultivados en territorio mexicano, lo que demuestra la fuerte dependencia del vecino del norte respecto al campo mexicano.
Productores y autoridades en México han considerado esta decisión como un retroceso que daña a toda la cadena agroalimentaria de América del Norte. Aseguran que la posición dominante del jitomate mexicano en el mercado estadounidense se debe a su calidad y no a prácticas desleales, como señala el Departamento de Comercio.
La presidenta adelantó que su gobierno presentará la próxima semana una serie de acciones en coordinación con los productores mexicanos para enfrentar esta situación. Aunque no dio detalles, mencionó que serán medidas dentro del llamado Plan México y que también se continuará buscando acuerdos antes del 1 de agosto, fecha límite para evitar mayores sanciones comerciales.
Este martes, el secretario de Agricultura, Julio Berdegué, sostuvo reuniones con productores para explorar opciones frente a esta nueva barrera arancelaria y también en relación con otros temas, como el posible cierre de la frontera al ganado mexicano.
Las secretarías de Economía y Agricultura calificaron la cuota del 17.09% como "injusta" y contraria a los intereses de los productores de ambos países. Insistieron en que la medida no solo perjudica al campo mexicano, sino también a los consumidores estadounidenses, quienes podrían enfrentar precios más altos y escasez de producto si se frena la importación del jitomate nacional.