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30 de Abril del 2025
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Adopciones en el mundo: Diferentes países, diferentes procesos

Adopciones en el mundo: Diferentes países, diferentes procesos

Cada año, miles de niñas y niños en el mundo crecen fuera de un entorno familiar, bajo el cuidado de instituciones estatales, hogares temporales o casas cuna.


Según Statista se estima que al menos 2.7 millones de menores viven en orfanatos o en sistemas de acogida institucional en el mundo. Esta cifra, aunque ya preocupante, podría ser más alta debido a la falta de registros confiables en muchos países en desarrollo.


Lo alarmante no es solo el número, sino las condiciones: muchos de estos menores permanecen durante años sin acceso a una familia que les brinde estabilidad emocional, educación y afecto.


La adopción representa una opción clave para garantizar que los menores privados de cuidados parentales puedan crecer en un ambiente protector y permanente. No obstante, el camino hacia la adopción está lejos de ser uniforme. Las leyes, requisitos y procedimientos varían significativamente entre países, reflejando sus marcos legales, prioridades sociales y políticas públicas de infancia.




Algunos sistemas privilegian la adopción nacional sobre la internacional, otros requieren extensas capacitaciones o procesos judiciales complejos. Además, factores como la edad del niño, su estado de salud o si pertenece a un grupo de hermanos influyen directamente en sus posibilidades de ser adoptado.


Por otra parte, también existen diferencias respecto a quién puede adoptar: hay países que permiten la adopción por parte de personas solteras o parejas del mismo sexo, mientras que otros imponen restricciones.


Conocer cómo funciona la adopción en distintas partes del mundo permite comprender mejor los desafíos que enfrentan las niñas y los niños que esperan una familia, así como las oportunidades para fortalecer los sistemas de protección a la infancia.


Estados Unidos: entre la crianza temporal y la adopción definitiva




En Estados Unidos, las adopciones se realizan principalmente a través del sistema de crianza temporal.


Según la asociación civil AdoptUSKids, el proceso comienza con una capacitación obligatoria que busca preparar emocionalmente a las familias y sensibilizarlas sobre el historial de pérdidas que enfrentan muchos de estos niños.


Estas capacitaciones suelen incluir entre cuatro y diez sesiones y permiten entablar vínculos con trabajadores sociales y otros adoptantes.


Luego, los solicitantes deben presentar una solicitud formal, acompañada de cartas de recomendación, revisiones de antecedentes penales y comprobantes de ingresos. Es importante aclarar que no se necesita tener grandes recursos económicos para adoptar, ya que el proceso suele ser gratuito o con costos mínimos reembolsables.


Una vez completado este paso, se realiza un estudio del hogar o "evaluación mutua", donde se analiza si la familia está preparada para recibir a un menor.


En 2019, se concretaron 115 mil adopciones en Estados Unidos, muchas de ellas de familias que primero ofrecieron cuidado temporal. Aunque el proceso puede parecer complejo, está pensado para asegurar que los niños encuentren un ambiente estable, protector y permanente.


Uruguay: una ruta ordenada y con acompañamiento estatal




En Uruguay, el organismo encargado de regular las adopciones es el Instituto Nacional de la Niñez y Adolescencia del Uruguay (INAU), quienes confirmaron que en el año 2022 se finalizaron 151 adopciones, la cifra más alta hasta el momento desde que se llevan registros del procedimiento.


El proceso está organizado en varias etapas que incluyen una entrevista inicial obligatoria, inscripción, estudio psicosocial, integración al Registro Único de Aspirantes (RUA) y la etapa de tenencia, donde el menor convive con la familia bajo supervisión profesional.


Para poder inscribirse, se deben presentar documentos personales, certificados médicos y judiciales, constancia de ingresos, fotos y una carta donde se explique la motivación para adoptar.


Una vez aceptados, los aspirantes son evaluados por un equipo especializado. Si se consideran aptos, se integran al RUA y esperan la asignación de un niño, niña o adolescente.


Durante la etapa de tenencia, el INAU proporciona asesoría y acompañamiento técnico a la familia adoptiva y recopila información para que el juez competente tome la decisión final. El sistema también contempla la adopción internacional, aunque solo se permite con países que tengan normativas similares a las uruguayas.


Cabe destacar que en Uruguay se prioriza siempre la adopción nacional, en línea con el principio de subsidiariedad establecido en la Convención de La Haya de 1993.


Francia: entre tradición legal y enfoque moderno




El sistema de adopciones en Francia ha evolucionado notablemente desde el siglo XIX.


Según el estudio "Evolución Moderna de la Adopción en Francia" de la UNAM, el país pasó de ver la adopción como un recurso sucesorio a considerarla un acto en favor del bienestar del menor. Existen dos tipos de adopción: la simple y la plena (también llamada legitimación adoptiva).


La adopción plena crea un vínculo total con la nueva familia. El niño es considerado como si hubiera nacido dentro del matrimonio de los adoptantes, lo cual implica una ruptura definitiva con su familia biológica.


Solo es posible para niños menores de cinco años, y los adoptantes deben ser un matrimonio heterosexual. Este tipo de adopción no puede ser revocada y otorga al niño todos los derechos legales dentro de la nueva familia.


En cambio, la adopción simple es más flexible. Permite que el menor conserve algunos vínculos legales con su familia de origen, como el derecho a heredar. Suele aplicarse en casos donde el niño es mayor o cuando el adoptante es una sola persona.


Aunque es revocable bajo circunstancias graves, representa una forma válida y cada vez menos usada de incorporación a una nueva familia. El número de adopciones anuales en Francia varía, pero en promedio se realizan entre 3,000 y 4,000 por año.


Comparando sistemas de adopción: ¿Cómo se ve México?




En comparación con Estados Unidos, Uruguay y Francia, el sistema de adopciones en México enfrenta mayores desafíos tanto en términos de duración como de transparencia.


Mientras que en Estados Unidos, los trámites de adopción pueden resolverse en un plazo promedio de uno a dos años gracias a sistemas digitalizados y a la participación activa de agencias acreditadas, en México los procesos suelen tardar entre tres y cinco años, e incluso más.


Esto se debe a la sobrecarga de trabajo en los juzgados familiares, la falta de coordinación entre instancias locales y la escasa promoción del acogimiento familiar como medida previa a la adopción.


En Uruguay, un país más pequeño, el sistema ha sido reformado para garantizar mayor agilidad, con tiempos promedio de entre 18 meses y 2 años, gracias a un sistema centralizado y supervisado por el Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU).


Por otro lado, en Francia, aunque el proceso de adopción puede extenderse entre dos y cuatro años, el país cuenta con una estructura clara, una lista nacional de espera y un enfoque psicológico continuo para adoptantes y menores.




En cuanto a las cifras, mientras que en México, según un informe del DIF Nacional, durante el segundo semestre de 2024 se recibieron 44 solicitudes de adopción (41 nacionales y 3 internacionales), pero solo se concretaron 2 adopciones.


A diferencia de en Estados Unidos donde se registran alrededor de 115 mil adopciones anuales, en Uruguay 150, y en Francia aproximadamente 3,000 al año.


Estos números reflejan no solo la diferencia en la eficiencia y estructura de los sistemas, sino también los obstáculos burocráticos y la falta de promoción de las adopciones en México, que aún enfrenta barreras significativas.




Más allá de las diferencias legales entre países, todos los sistemas de adopción comparten un objetivo: ofrecer a niños, niñas y adolescentes la oportunidad de vivir en un entorno afectivo y estable.


El proceso de adopción es complejo, pero busca proteger tanto a los menores como a las familias. Los requisitos legales, las evaluaciones psicológicas y los seguimientos posteriores tienen la finalidad de garantizar el interés superior del niño, principio central en todas las legislaciones modernas. Sin importar el país, adoptar implica un compromiso a largo plazo, basado en el respeto, el amor y la responsabilidad.











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