En México, cerca de 1 millón 713 mil personas entre los 12 y 65 años han consumido alguna droga ilícita como cannabis, cocaína, LSD o metanfetamina, según datos del Gobierno federal. Pero detrás de cada número hay una historia. Como la de Juan Javier, quien comenzó a consumir marihuana a los 13 años, en busca de pertenencia y bienestar, hasta caer en una espiral de adicción que casi le cuesta la vida. "Soy consejero en adicciones, pero también soy adicto. Tengo 11 años limpio en sobriedad", afirma con firmeza Javier, quien ahora acompaña a otros en el camino que él mismo recorrió.
Su adicción no solo fue a las sustancias: también al dinero, al sexo y a la pornografía. "Ahí fue donde me percaté que la adicción es una personalidad", reflexiona.
Con el tiempo, su consumo pasó de fines de semana "para divertirse", a una dependencia diaria. Javier llegó a robar para conseguir droga, hasta que su madre, desesperada, tomó la decisión de internarlo. "Es un proceso difícil para la familia, pero fue la mejor decisión que pudo haber tomado", reconoce.
El testimonio de Javier refleja el trabajo que realizan centros especializados como la clínica "Rescatar", dirigida por Salvador Hernández, consejero en adicciones. Este centro aplica un modelo de atención multidisciplinario, centrado en la persona y adaptado a cada historia de vida.
El proceso de desintoxicación incluye: Acompañamiento psicológico, Consejería individual, Terapia grupal, Educación emocional, Cambio de hábitos, Apoyo médico (cuando es necesario)
La duración del tratamiento varía entre seis y ocho meses, dependiendo del caso. "Cada persona tiene vivencias distintas. Lo que hacemos como consejeros es guiar y apoyar para que el usuario vaya sanando", explicó Salvador.
La clínica "Rescatar" opera bajo lineamientos de la Secretaría de Salud y es una de las 57 clínicas registradas oficialmente en Baja California Sur. Del total, 60% se encuentra en La Paz y el resto en Los Cabos.
Salvador destaca que las autoridades realizan visitas periódicas para revisar documentación y condiciones de atención, lo que brinda mayor certeza a las familias que buscan ayuda profesional. "Nos visitan regularmente cada tres o cuatro meses. Nos piden toda la documentación, tanto del centro como de los internos. Hasta ahora, estamos completamente regularizados", aseguró.
Tanto consejeros como usuarios en rehabilitación coinciden en un punto: las adicciones no son un vicio, sino una enfermedad que necesita tratamiento especializado, comprensión familiar y voluntad personal.
La prevención y la atención temprana son fundamentales para romper el ciclo de las drogas, especialmente entre los jóvenes. Historias como la de Javier demuestran que la recuperación es posible, pero requiere tiempo, apoyo y, sobre todo, una red clínica y humana sólida.