La depresión se ha convertido en la enfermedad más común en nuestra comunidad, afectando a personas de todas las edades, géneros y contextos sociales. Esta condición, muchas veces invisible, impacta directamente en la salud emocional, física y en la calidad de vida de quienes la padecen, interfiriendo con sus relaciones, su desempeño laboral y su bienestar general.
A pesar de su alta prevalencia, la depresión sigue siendo una enfermedad subestimada y, en muchos casos, mal comprendida. Los síntomas pueden incluir tristeza persistente, pérdida de interés en actividades, cambios en el apetito o el sueño, fatiga constante, entre otros. Es fundamental reconocer que no se trata de una "debilidad" o falta de carácter, sino de una condición médica que requiere atención profesional.
Es responsabilidad de todos, familia, instituciones, comunidad y autoridades generar espacios de apoyo, concientización y acceso a servicios de salud mental. Hablar abiertamente sobre la depresión es el primer paso para eliminar el estigma, promover el acompañamiento adecuado y fomentar una cultura de cuidado y empatía. Buscar ayuda no es signo de debilidad, sino un acto de valentía.