El mezcal duranguense: tradición ancestral con proyección global

Por: Luis Carlos Bruciaga
Durango
Fecha: 06-08-2025

El mezcal de Durango, con sus profundas raíces prehispánicas y su desarrollo durante la época colonial, se ha convertido en un producto emblemático del estado. Desde el siglo XVII, cuando los procesos de destilación de agave comenzaron a implementarse en misiones y haciendas, esta bebida ha evolucionado hasta alcanzar reconocimiento internacional. Actualmente, 17 municipios duranguenses cuentan con denominación de origen para producir mezcal, y más de 60 vinatas registradas mantienen viva esta tradición que combina técnicas ancestrales con estándares de calidad modernos.

La producción de mezcal en Durango ofrece tres variedades principales: el joven, con notas frescas y ahumadas; el reposado (entre 2 y 12 meses en barrica), que desarrolla sabores suaves con toques de madera y vainilla; y el añejo (más de 12 meses), cuya complejidad puede compararse con whiskies de alta gama. Esta diversidad de perfiles ha permitido al mezcal duranguense posicionarse en mercados exigentes. El año 2003 marcó un hito cuando se obtuvo la Denominación de Origen Mezcal, y desde 2012 la producción se ha formalizado y expandido bajo la supervisión del Consejo Regulador del Mezcal.

Hoy, el mezcal de Durango viaja a múltiples destinos internacionales. Estados Unidos es su principal mercado, seguido de Canadá, varios países europeos (España, Alemania, Austria, Reino Unido), naciones asiáticas (Japón, China, Dubái) y algunos mercados sudamericanos. Las expectativas son altas, especialmente con la proximidad de la Copa Mundial de Fútbol 2026, que se presenta como una oportunidad para dar mayor visibilidad global a este producto tradicional.

Aunque la producción muestra una tendencia ascendente que podría superar los 700,000 litros anuales (niveles prepandemia), el consumo nacional sigue estancado. La mayoría de la producción se destina a la exportación, donde el mezcal duranguense compite con otras regiones productoras. Para consolidar su posición, productores y autoridades trabajan en fortalecer la denominación de origen, mejorar los procesos de sustentabilidad y garantizar la calidad que distingue a esta bebida.

El reto actual consiste en equilibrar la creciente demanda internacional con la preservación de las técnicas tradicionales, muchas de las cuales se mantienen en pequeñas vinatas familiares. El mezcal duranguense no es solo una bebida, sino un legado cultural que representa siglos de historia, el trabajo de cientos de familias y el sabor único de una tierra generosa. Con una producción que combina tradición e innovación, Durango consolida su lugar en el mapa mundial de los destilados de calidad.


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